martes, 8 de noviembre de 2011

Un domingo lluvioso




Tarde de domingo, llueve a cántaros. En la parada del bus leo distraídamente al franchute Houellebecq. Me topo con este párrafo:
"Minados con la obsesión cobarde lo "politically correct", pasmados con una marea de seudoinformación que les proporciona la ilusión de una modificación permanente de las categorías de la existencia ("ya no se puede" pensar lo que se pensaba hace diez, cien o mil años), los occidentales contemporáneos ya no consiguen ser lectores, ya no logran satisfacer la humilde petición de un libro abierto: que sean simplemente seres humanos, que piensen y sientan por sí mismos".
Lo que aparentaba ser una inocua expresión de la vigencia de la literatura frente a otras expresiones artísticas en estos tiempos mudables, se ve de repente elevada por los aires, de un golpe certero, con el siguiente martillazo:
"Con mayor motivo no puede desempeñar ese papel frente a otro ser. No obstante, tendrían que hacerlo: porque esa disolución del ser es trágica; y cada cual, movido por una dolorosa nostalgia, continúa pidiéndole al otro lo que él ya no puede ser; cada cual sigue buscando, como un fantasma ciego, ese peso del ser que ya no encuentra en sí mismo. Esa resistencia, esa permanencia; esa profundidad. Todo el mundo fracasa, por supuesto, y la soledad es espantosa".
Y pienso para mis adentros en la asombrosa capacidad de este tipo para hurgar en las heridas del hombrecillo moderno ("el bloom"), para, acto seguido, lamer las heridas de esa infelicidad. Y sigue lloviendo. Y llega el L96 para sacarme de mi desolada estupefacción de lector ausente...

La Soledad - Bersuit Vergarabat