Tertulia Política número 280
4 de mayo de 2011
Ateneo de Madrid
Agustín García Calvo
Donde se habla de :
- La imposición de ordenaciones superiores, que entorpecen a otras inferiores más hábiles.
- El de las drogas como caso de conflicto entre la aceptación del Orden establecido, y la vida que está por debajo de Él.
- Descripción de las fases por las que pasa el adicto a las drogas.
- Debate.
Repaso un poco por dónde iban las dos o tres últimas sesiones, también para los que estén hoy de nuevas aquí. Estábamos descubriendo cómo eso del Orden, las ordenaciones, se nos presentaban como en una especie de niveles que se superponían el uno al otro, de tal forma que el nivel superior (se supone que el más cercano a conciencia y el más manejable desde Arriba, por el Poder), supera a niveles de ordenación que había antes, inferiores, y que descubrimos que tal vez eran en algún sentido más sabios; más sabios que los niveles superiores, de forma que la ordenación superior va destruyendo y ocultando ordenaciones anteriores, inferiores, tal vez más hábiles. Os había puesto aquí el ejemplo, que no penetra más que hasta la subcosciencia humana, de cómo la escritura, la atención a la escritura, las reglas de escritura, las reglas de estilo, las reglas de puntuación, se superponen a una ordenación que hay de veras en la lengua hablada y corriente misma, esa lengua que es lo que sabe cualquiera en la medida en que no sabe que lo sabe, una subcosciencia común a los hablantes de cada lengua, de tal forma que esa imposición de las reglas académicas, escolares, desde Arriba, lo que hace es impedir, entorpecer, y ocultar, la ordenación de veras que hay en la lengua: las reglas de puntuación ocultan la regulación de los tonos, de las variaciones de tono en número limitado que en la lengua rigen, que puntúan en el aire, sin que nadie sepa cómo.
Otros ejemplos podríamos poner: por ejemplo, comparad a los animales domesticados, a los caballos, o perros, o los que sea, a los que se les han impuesto reglamentos para andar, hasta para hacer una imitación de la danza, y recordad la gran tristeza que este espectáculo en el circo le produce a cualquiera que se mantenga vivo, y eso está imponiéndose a, y ocultando, la ordenación que hay por debajo, que es evidente, porque cualesquiera bichos y cualesquiera cosas, de alguna manera saben cómo deben moverse, cómo les es mejor en cuanto a rapidez, en cuanto a lentitud, en cuanto a otras condiciones del movimiento, sin que nadie se lo haya enseñado, sin que nadie se lo imponga, pero que está ahí evidentemente como una ordenación.
No hay tiempo para sacar otros ejemplos, después si queréis volveremos sobre ello, pero por ahora me contento con eso. Hay una pregunta que se impone enseguida: puesto que esas ordenaciones de los movimientos no están ordenadas desde Arriba, no están ordenadas por el Hombre, no están ordenadas desde la conciencia ni desde el Poder, ¿cómo es que los animales, y los árboles, y los astros, saben lo que deben hacer, lo que les conviene, lo mejor que pueden hacer en cada momento, como es evidente que lo saben? Y si somos sinceros, lo saben mucho mejor que nosotros, que para cualquier asunto estamos obligados a tomar decisiones coscientes, deliberadas, voluntarias, todo eso que evidentemente tenemos que suponer que es ajeno al funcionamiento de las bestias, de las hierbas, de los árboles, de los astros. Bueno, supongo que los que me acompañáis tienen a esto ya una respuesta: que eso lo aprenden de la propia guerra, es decir, la Realidad, que consiste en una contradicción entre lo que de Arriba viene, el imperativo de Dios, por decirlo en una palabra, y lo que desde abajo se resiste a esa ordenación. No hay más realidad que ésa, ésa es donde estamos, en la que estamos nosotros, las bestias, los árboles, los astros.... No hay más realidad que esa contradicción, ese encuentro entre lo de Arriba y lo de abajo, y es por tanto eso que con un término anticuado se puede llamar “lucha por la existencia”, esa guerra, la que enseña a cada una de las cosas más o menos diferenciadas, más o menos determinadas como cosas diferentes, en cada momento lo mejor que puede hacer. Ésa es la sabiduría que queda por debajo.
Tengo que ir un poco deprisa, para pasar a otras cosas. Hasta ahora os presento en este recordatorio la cosa como si se tratara de una gradación de niveles de ordenación, de los cuales la superior va tapando, ocultando, desconcertando, a la ordenación inferior. Pero la nuestra es la más alta de todas, ésta es la cuestión. La nuestra, la de la conciencia humana, la del Hombre que se pretende rey y señor de todas las cosas, ésta es la más alta de todas, la más sublime, y ésta es por tanto la más obediente, ésta es la más de Dios, como recordáis, quitando todo tinte religioso, concentrando en la palabra “Dios” todo lo que suena a Poder, Arriba, Imperio desde Arriba, etc. Es la más de Dios, la más obediente. Porque es una observación política que creo que no hace falta repetir mucho, lo de que el ascenso en el Poder quiere decir en verdad un ascenso en la obediencia, en la fe: los que más mandan en este mundo son los más obedientes. No creo que esto os estrañe; desde luego a los que me acompañan desde hace tiempo, no, pero espero que a los demás tampoco: en eso consiste el ascenso en el Poder, en eso consisten los grados de Poder: los que más mandan son los que más obedecen, los más obedientes, los más fieles, los más acordes con la fe en Dios, es decir, en el Orden Supremo, en lo que viene de Arriba. Bueno, es esta condición la que a nosotros, que coincide que estamos metidos en la Realidad, y desde ahí tenemos que partir, nos hace, en esta tertulia política, lanzar nuestros ataques precisamente contra esa pretensión de la ordenación suprema. Como en tantas otras cosas estamos aquí, en nombre de el pueblo-que-no-existe, pero que lo hay, y que se le oye, debatiéndonos contra el Hombre, tanto el Hombre en general como el Individuo en particular, que son todo lo contrario: lo que mata a lo que nos queda de pueblo, de subcosciente, y por más abajo de la subcosciencia, lo que nos queda de animal, de pretendidamente natural. Ése es el sentido de la lucha que nos traemos. No hago más recordatorio; si a alguno de los que han llegado hoy le quedan muchas dudas respecto a lo que tan brevemente he recordado, ya me lo harán saber enseguida.
Al final de la última sesión pasábamos desde allí a esto que os presentaba recordando mis propios recuerdos (no Historia, sino recuerdos) de los años 65-68, del levantamiento de hijos de burgueses, de estudiantes por todos los centros y ciudades avanzados del mundo, Tokio, California, hasta Madrid, y después finalmente el mayo francés, antes lo de Alemania, y cosas así. Bueno, pues os decía que este régimen que hoy padecemos, en el que estamos metidos, es el régimen que se estaba estableciendo en esos años, pretendiendo ser una superación de imperfecciones anteriores, como era sobre todo la separación entre el Estado y el Capital, entre los gobiernos y los comerciantes. Ése era el impedimento. El muro de Berlín tardó en caer un poco más de esos años, pero bueno, prácticamente en los 60 estaba cayendo, se estaban superando las imperfecciones, y el régimen que hoy padecemos, que es justamente el de la identificación descarada del Capital con el Estado, es justamente el que se estaba estableciendo en esos años, de manera que creo que no me equivoco cuando interpreto el i n e s p e r a d o (esto es lo importante), el inesperado levantamiento de tanta gente entre los jóvenes, entre los menos formados, por el mundo, en el sentido de que de alguna manera, más o menos oscura o más o menos lúcidamente, percibían qué era lo que se nos estaba imponiendo, lo que se nos venía encima: el más perfecto de los regímenes. Ya recordáis que aquí a los regímenes los llamamos sin más Administración de Muerte, que quiere decir lo mismo que Administración de Futuro. Eso era justamente lo que ellos debían sentir que nos estaba viniendo encima, y eso es lo que para mí esplica aquel pronunciamiento inesperado entre tanta gente en las partes, los sitios más avanzados del régimen en aquel entonces. Fue en el 65 cuando la ola llegó a Madrid, y yo me dejé arrastrar por ella con una alegría como nunca he tenido (que me costó lo que me costó, pero que no deja de ser una alegría), y os volvía a recordar que cualquier cosa que me oigáis decir, cualquier cosa que de las estoy haciendo ahora, viene de lo que aprendí entre los estudiantes en rebeldía en aquellos años, desde el 65 y poco más.
Bueno, pues a nuestra cuestión, el decaimiento, el amansamiento, la anulación, de ese levantamiento de los estudiantes... que tiene esa principal gracia, la de ser imprevisto: ni los gobiernos y sus medios de represión, ni los partidos clásicos establecidos entre los estudiantes podían haber previsto nada de eso. Ese levantamiento, bueno, en los años 70, en el año 70 o poco más, empezó a quedar amortiguado, y desde el punto de vista de los doctos que examinan las cosas desde fuera, fue “el fracaso”, terminó en el fracaso. Una estupidez, porque pensar en aquello como un fracaso implica pensar que los estudiantes pretendían un éxito, igual que los comerciantes, igual que los ejecutivos del Poder que ellos conocen. Pero no se trataba de eso: en mi sentir el levantamiento era precisamente contra el Futuro, que quiere decir lo mismo que contra la muerte, siendo así que el Futuro es lo que el régimen tiene que tener en primer lugar para cumplir su función de administrar la muerte-siempre-futura. De manera que en ese sentido es una estupidez pensar lo de “fracaso”, pero sí podemos decir que aquello quedó en una ilusión, y quedó en Historia. Puede que os resulte un poco chocante que junte esos dos palabras, pero tengo empeño en que las juntéis: ilusión, Historia.
Aquello efectivamente pudo sentirse enseguida como una desilusión, lo cual quiere decir que el levantamiento mismo, que había sido tan vivo, tan palpitante, quedaba reducido a una ilusión. Pues eso es lo mismo que se llama Historia, y a aquellos de vosotros que tal vez ni siquiera habíais nacido por aquel entonces, cuando os cuentan algo de esto, lo que os estarán contando es justamente una historia. Les gusta mucho, porque saben que si la cosa se cuenta como una historia, no pasa nada; no pasa nada, no hay ningún peligro, no va a pasar nada: los muertos, una vez encerrados bajo su lápida y con las fechas de nacimiento y muerte, y el guión, son pacíficos, ya no le van a dar guerra a nadie, o al menos ésa es la ilusión que rige el Poder, y así también con los acontecimientos, más o menos inesperados, más o menos vivos, que se puedan producir: quedan hechos Historia, quedan convertidos en una ilusión pasajera.
Pero ahora, de lo que trataba de hablaros el otro día, es que esa desilusión, sobre todo de los participantes, de los que habían estado enfrentándose a la Autoridad, huyendo delante de la policía y todo eso, durante los años 60, o si no a ellos, a sus hermanitos más pequeños, esa desilusión era real, y es de ese estado de desilusión del año 70 y siguientes de lo que estaba tratando de hablaros a nuestro propósito. Esa desilusión tiene que ver con lo que ya el otro día al final os prometía que íbamos a tratar, que era, entre los modos de reintegración al Orden que el Poder se buscó durante los años sucesivos, una vez que se hizo cargo de lo inesperado de aquel alzamiento, uno de los medios yo ya en los años 70 estando en París lo reconocía en la droga, en la adición a las drogas, y en último término a la droga heroica, a la heroína, pasando por los pasos intermedios. Los que ni siquiera habíais nacido en esos años, y también los mayores, seguramente os dais cuenta de que hoy día eso de la droga está muy marginado, es muy secundario, no cuenta, no da grandes problemas, solo de vez en cuando alguna noticia en los periódicos, pero en los años 70 y 80 era una cosa muy grave. Estando en París, aunque yo no participé de lleno ni mucho menos en las esperiencias, pero estaba rodeado de gente, de amigos que habían estado en aquella revuelta de los 60, y que sí que habían entrado por el camino de la droga, de la esperiencia de la droga. Vi ilusionarse, padecer, y hasta morir, a unos cuantos de ellos, lo bastante para animarme. Primero ilusionarse hablándote, vendiéndote las drogas como si fueran una especie de camino hacia el Paraíso, es decir, que se desarrollaba algo como una mística en torno a las esperiencias, desde las más inocentes del jachís o marijuana, pasando por el ácido lisérgico, hasta llegar a la esperiencia, repentina y sublime, de la heroína. Una especie de mística, que claro, los que no estábamos muy metidos en ello nos resultaba un poco vana o frívola, pero la respuesta es como siempre en cualquier religión o mística: “¡es que tu no tienes la esperiencia!”. Yo efectivamente no había llegado a la heroína, me contenté con disfrutar un par de veces de las maravillas del ácido lisérgico, de los viajes, lo bastante para enterame un poco de por dónde iba la cosa. Pero la ilusión se había puesto ahí, la ilusión de la remoción inesperada de los años 60 se había puesto ahí para muchos, y esta ilusión traía consigo naturalmente, pues el esclavizamiento, el deterioro, y la muerte de vez en cuando de alguno de los participantes. Era lo bastante para animarme, y en aquel entonces ya saqué (podéis leerlo, republicado) un “de los modos de integración del pronunciamiento estudiantil de los años 60”, entre los cuales, aunque con poca esperiencia, ponía lo de la droga.
Pues bien, os decía que el otro día Isabel y yo habíamos visto una película (ahora se que es justamente del año 81), una película llamada “Yo, Cristina F.”. Así está en la versión española, porque es alemana, de un Uli Edel, hecha en Berlín, y en Berlín suceden los hechos, en el año 81. De manera que la película refiere, recoge, lo que os estoy diciendo de los años 60: es la historia de una muchacha, una niña casi, de 14 años, que a través del relumbrón de la gran discoteca establecida en Berlín, llamada “Soul”, entra en el mundo de la droga, entra, en enamoramiento con otro adolescente, y los dos pican naturalmente en ello de la manera que se sabe, y pasan por todas las sucesivas fases que la adición trae consigo, y de las que os quiero hablar.
En contra de todo lo que os cuenten acerca de en qué consisten esa adición a la droga, o cualesquiera otras, voy a intentar presentaros una especie de ciclo de causas, ciclo de falsas causas, de falsas causas cíclicas, que después de lo que os he referido aparecerá, espero, bastante claro. Es el vacío, el vacío que la gran alegría de los años 60 trajo consigo, la desilusión. Es la desilusión, el vacío, lo que mueve en primer lugar hacia esta dedicación a la droga. Supongo que lo encontraréis bastante lógico, porque el vacío mueve, el vacío es un motor de muchas cosas, y incluso hasta en Física, retornando a la Física de Epicuro y Lucrecio, de los antiguos, se ve cómo en la subrealidad o submundo, donde no hay más que átomos y vacío, el primer motor...ni Dios, ni nada: el primer motor es el vacío, la absoluta falta de resistencia, la que hace que los átomos no puedan menos de estarse continuamente moviendo de acá para allá, cayendo, chocando, y todo lo demás. Bueno, pues aplicad esto a las conductas de este tipo de cosas que los hombres somos, y encontraréis bastante natural que el vacío, un gran vacío producido, lleve a buscar...algo que lo llene. Se ha llegado a percibir, al terminar el movimiento de los estudiantes, lo vana y lo falsa que era la moral de los padres y de todo el Orden. Ésta es la () de los que habían andado: nunca se debía haber percibido de una manera tan clara la hartura, el hastío de esta ordenación moral en que se les había educado, y eso les lleva justamente a encontrar otra cosa, una esperiencia que le de al sujeto la impresión, y una impresión muy real, y además muy rápida, muy repentina, de vida de veras, de descubrimiento de lo que por debajo de ese Orden moral y político de los padres podía haber de vida. Ésta era la promesa de la droga, y efectivamente no nos interesa mucho entrar en los mecanismos y requisitos químicos que hacen que una especial disolución del sistema nervioso pueda favorecer la esperiencia: tiene que ser así, porque estamos dentro de la Realidad, pero no es tal vez muy importante analizar los mecanismos, requisitos, químicos, que lo determinan. El caso es que se esperimenta algo como vida, que se desdice completamente de lo que en la vida corriente a los niños y niñas, a los adolescentes, se les estaba vendiendo como vida. ¿Cómo no van a ir a buscarlo? ¿Cómo el vacío no va a llevar a encontrar esa plenitud que en el último termino proporciona, un momento, rapidísimamente, la heroína misma?
Pues así es la cosa, y sigo por tanto con el ciclo de las falsas causas. Naturalmente, esta dedicación o entrega a las diversas drogas sucede dentro de la Realidad: partimos para cualquier cosa de la Realidad, y esta tertulia política mismo, que es contra la Realidad, se está produciendo dentro de la Realidad, y hay que contar por tanto con las condiciones de la Realidad. Es decir, “dentro de la Realidad”, que es lo mismo que dentro del Tiempo, fundamento de la Realidad, primera realidad, el Tiempo contado, el de los calendarios y los relojes, un Tiempo que no es de verdad lo que está pasando, pero que es lo que se cuenta, es el Tiempo del Futuro, el Tiempo de la Historia, el Tiempo de los plazos, de los tráficos comerciales, de las medidas gubernamentales,...en fin, el Tiempo real, el establecido. Las esperiencias de la droga también se producen ahí, y entonces, pues cuando termina la esperiencia (tanto más cuanto más poderosa es la droga correspondiente), cuando termina la esperiencia, lo que tiene que quedar es un vacío mayor todavía que aquel de que se partía. Supongo que también esto lo encontráis lógico: al recaer en la vida cotidiana, al recaer en la vida del colegio, de la casa de los padres y demás, el vacío, la vanidad de toda esa ordenación moral y política, el vacío, tiene que sentirse de una manera mucho más potente, mucho más inmediata. Consecuencia de esto es que el que ha caído en estas esperiencias no quiera otra cosa sino volver; volver a la esperiencia. En los años 70 a los que me estoy refiriendo se decía “manque”, falta, para ese vacío renovado que resultaba insoportable. Manque de alguien que esté ya adicto a la heroína, se presenta como algo intolerable, un vacío que hay que llenar sea como sea. Manque, la falta.
Y entonces, fijaos bien en esta cadena que ahora os presento: entonces el sujeto, el niño o la niña, el muchacho o la muchacha de que se está tratando, se escinde, de una manera más clara que nunca, en dos. En la película lo presentan costantemente a Cristina con su amigo y los demás, ya caídos en la adición: hay uno en uno, hay en uno, uno, que siente el horror de la esperiencia, tanto más horrible cuanto más sublime, y quiere volver a la normalidad. “Dejarlo”, es el término. “Dejarlo”, “quedar limpio”, “limpiarse”, es una aspiración que aparece una y otra vez, y efectivamente, en nombre de eso, lleva, pues a conseguir, trabajosamente, dejarlo por unos pocos días...para recaer, en la mayor parte de los casos, cuando el esfuerzo por dejarlo se hace demasiado tremendo; volver a caer, porque entretanto, por debajo, en uno hay otro que naturalmente no se olvida de lo que era el esperimento de la vida que la droga le proporcionaba, y no deja de sentir el odio a la vanidad y al vacío del Orden doméstico o colegial en que se ha venido a caer, y que por tanto va a lo otro.
En cada uno de nosotros pasan estas cosas de que hay dos, ya lo hemos dicho muchas veces, pero resulta que la esperiencia de la droga pone esto muy en carne viva, lo hace percibir de una manera especialmente descarnada: hay dos, uno que quiere limpiarse, volver a la normalidad, y el otro que no aguanta, sea como sea, y que quiere volver a vivir la vida, lo que la heroína o los demás le daban como vida, lo contrario de lo que no se vivía en la vida corriente. Pero estamos en la Realidad, y la Realidad, y el Poder mismo, tienen vías, y desarrollan vías, para satisfacer ese ansia, para curar el manque del drogadicto. Tiene vías. ¿Cuáles? Las de siempre: las comerciales; las comerciales son las vías, y ni en la película que os comento ni en ningún sitio aparece otra: la vía es comprarlo, porque lo venden. Comprarlo, porque lo venden: hay un mercado, más o menos subterráneo, que está en la película bien representado en los alrededores de la gran estación de Berlín, un mercado con sus vendedores, sus camellos, y todo lo demás, y naturalmente se trata nada más de, para volver a la esperiencia de la vida, comprar la droga que lleva a la esperiencia. Esto, aunque resulte tan chocante, supongo que según os lo voy contando es lógico, no es tan chocante. Normalmente estos chicos de pocos años no tienen oficio ni beneficio, no tienen dinero, pero el dinero se busca, se aprenden maneras de buscar el dinero que hace falta, por cualquier medio, y en último término por el de la prostitución, vendiéndose uno mismo, que es naturalmente también una consecuencia lógica, profundamente lógica, de lo que estoy diciendo: ¿para qué otra cosa puede servir uno más que para venderse, para que con eso se pueda comprar aquello que a uno le lleve a la esperiencia de la vida? Éstas paradojas y contradicciones son las que nos interesa presentar aquí.
Bueno, la película está dedicada al final, que se presentan letreros con dedicación, a dos muchachos de 17 años y una muchacha de 14 que habían perecido durante esos años pasados justamente en los trances que acabo de contaros, y que en la película representan Cristina y sus amigos. El letrero del final de la película dice que habían muerto “por no tener la fuerza”...se entiende, “para dejarlo”. Esto, claro, es un error; del cinematurgo, pero un error muy comprensible: tal como os he presentado la cosa ya comprendéis que la apelación a la fuerza, es decir, la fuerza de voluntad para dejarlo, no tiene ningún sentido, es un engaño: de aquellas fúnebres ristras de muchachos y muchachas de los 70, pues los que cayeron, cayeron, y los que sobrevivieron, sobrevivieron, y esto por una cantidad de factores que no es cosa de enumerar ni de rebuscar ahora, pero desde luego decir que por falta de voluntad, por no tener la fuerza para dejarlo, es un error.
Bueno, voy a dejar pronto que me digáis todo lo que se os ocurre respecto a esto, pero tengo que haceros notar esto que estoy sacando aquí, porque es efectivamente una caricatura, una exageración, por más que sea una caricatura trágica, de lo que pasa ahora corrientemente; de lo que pasa corrientemente, de manera que si en esta tertulia política lo saco, es por si puede efectivamente ayudar a sentir lo que de ordinario no se siente, que es justamente esa especie de guerra en uno mismo entre la sumisión al Orden Superior, la sumisión al Futuro marcado, y la rebelión contra Él, y la busca de algo que hay por debajo de ese Orden, que es la vida. Los que me estáis oyendo ahora, seguramente...tenéis que confesar que os encontráis contentos de que actualmente no pasen esas cosas. Efectivamente el Imperio de la droga tal como lo he recordado no puede compararse, no queda más que unos restos muy mansos, dando lugar a alguna noticia de vez en cuando, pero nada que sea como todo esto, y os encontraréis muy contentos la mayoría, a la que pertenecemos, yo también, de que efectivamente eso haya pasado y hayamos vuelto al Orden; al Orden de los padres, al Orden anterior al de los años 60, y el que después se ha establecido. Es gracias a esa reintegración al Orden de cosas inesperadas, como el levantamiento estudiantil de los 60, es gracias a esa reintegración al Orden, a esa historificación de lo que pasó en los años 60, lo mismo en forma de historias que de sociologías que de novelas, es de eso de lo que hoy estamos tan felices, vivimos así de bien, contemporáneamente.
-¡Es una barbaridad lo que estás diciendo, Agustín...!
A-No te precipites, que te voy a dar toda la palabra, no hay prisa. Conviene que se sepa que de la reintegración al Orden de aquello que inesperadamente surgió en los años 60, y que me tocó vivir, y por lo que me dejé arrastrar, es a la reintegración al Orden de eso, pasando unas veces por lo de la droga, otras veces simplemente, pues por unas formas de moral más dulces, más tolerables, que las de los años 50...que son aquellas de vuestros padres o abuelos, ¿eh?, aquellos en que las mujeres no tenían pilula, que el horror de la preñez era una especie de costante, que lo del sexo era todavía un pecado para los padres de ellos y de ellas. A continuación, para la reintegración, el Orden ha desarrollado eso.
Volviendo a lo de los entes económicos y gubernamentales como órganos, como seres vivos, hay que decir que el Capital ha aprendido mucho, y el otro día lo tratábamos a propósito de la crisis. No la del año 29, en que las empresas se hundían repentinamente y los banqueros se tiraban de los rascacielos, no, que la crisis yo creo que debe durar algo así como 15 o 20 años. El Capital ha aprendido, y eso es un ejemplo de todo lo demás, y ése es otro de los medios de reintegración, y desde luego mucho más estenso en la población que la droga. Ése es el principal, y la Educación, al mismo tiempo que se hace más general...porque en los años 60 todavía los que se levantaban eran la mayoría hijos de burgueses, pocos hijos de proletarios, la cosa todavía duraba, ¿no?, pero ¿quién hay que hoy no tenga educación? Y la Educación es el gran procedimiento: al mismo tiempo que cada vez se hace más comprensiva (“comprensiva”, nada más tenéis que ver las cosas que se dicen de los niños en cuando a educación, y cómo hay que tratarlos, y lo que hay que enseñarlos, y por dónde hay que llevarlos) a la vez que más comprensiva se hace más poderosa, y apenas nadie se libra de ella. Más engañosa, más tramposa en el sentido de lo que os recordé al principio de darnos escritura en lugar de lengua, por ejemplo, es decir, de imponernos el Orden superior para que desconozcamos el inferior.
El amansamiento, por supuesto, del amor, esto no se consigue nunca. Los Medios os ofrecen todos los días casos de crímenes pasionales (unos poquitos, solo unos poquitos para aderezar el guiso) pero efectivamente son un testimonio de que nunca la falsificación se impone tan a fondo, nunca la sumisión al Orden se consigue de tal manera que se impidan esas cosas, pero son unos poquitos, y en la mayoría, ¡qué cosa tan mansa ha venido a ser el amor!, y aquellos conflictos de los años 60, en los que ni ellos ni ellas querían casarse por nada del mundo, ¡cómo eso ha venido a parar en una aceptación del Matrimonio! No tenéis más que recordar el esplendor de los bodorrios, que no ha hecho más que crecer en estos últimos años: ¿qué más declaración de lo que es el amor en nuestros días, que esa especie de esplendor, en grandes haciendas, con miles de invitados, con toda clase de regalos, es decir, haciendo funcionar el Comercio, el Capital, pero al mismo tiempo dándole al amor su puesto en este mundo? Pues ésa es otra de las vías, sin llegar a las drogas. Os podía seguir contando más. El Capital aprende, el Estado aprende, y cada vez ha conseguido desarrollar más medios de...ya ni siquiera se puede decir “represión”: medios de domesticación, de amansamiento, de aceptación del Orden de Arriba como si fuera natural, como si fuera la naturaleza misma. Hasta la Ciencia contribuye por su lado a esa confusión entre la Realidad y lo natural, que es lo desconocido. Y si entre otros muchos medios de reintegración me ha interesado sacar el de la droga, es por lo que os dije: porque puede tal vez servir de caricatura bastante incisiva respecto a lo que en general os quiero decir que pasa ahora en esta sumisión al Orden de Arriba, aquello contra lo que esta tertulia se está lanzando, y cualquier exageración, como la de las drogas, puede servir simplemente para hacernos dar cuenta de que eso es lo que pasa en general, aunque no se llegue a esos estremos más que escepcionalmente, de vez en cuando. Bueno, pues para eso era, de manera que ahora os voy a dejar enseguida la palabra para decir todo lo que se os ocurra respecto a ello, y en primer lugar a Rosa, que está muy impaciente para decirme que es mentira.
-Hombre, yo el 65 no lo viví, el movimiento estudiantil, pero sí viví plenamente lo que fueron las drogas de los 80 en Madrid, y hubo mucha, y yo recuerdo perfectamente, vamos, como si fuera hoy, que los que nos librábamos de la muerte por las drogas éramos justamente los estudiantes; no de las drogas, sino de caer, y los curritos eran los que caían, con el sida y con la heroína, porque yo esperimentaba con un tripi o con un porro, pero con eso no te mueres, y los curritos eran los que caían con la heroína.
A-Perdona, Rosa: tú, y unos cuantos amiguitos tuyos. De los 70 y 80 entre estudiantes, en Estados Unidos lo mismo que en Berlín, tengo testimonios, literarios, pero verídicos, muy abundantes, y no hay tal separación entre los estudiantes y los otros jóvenes que por poco vas a llamar malhechores, mientras los estudiantes son los decentes.
-Al contrario, los () son los que eran honestos.
A-Si alguno se libraba un poco más de la tentación, eran desde luego los trabajadores de fábrica y los aradores de campo, que esos caían algunos también, pero pocos, pero no los estudiantes, no.
-Agustín, en aquel entonces en Fuenlabrada, en Parla, era donde caía la gente para mí honesta, no nosotros, que nosotros estábamos esperimentando con jachís, y leyendo a Benjamin o a Huxley, y jugueteando, y no nos moríamos, y los que caían eran los que estaban en la periferia currando como locos por la heroína, y llegó el sida y cayeron como moscas, y nosotros nos libramos.
A-Por favor, Rosa, no falsifiques; estás presentando una situación como se hubiese producido desde el cielo, una separación entre los estudiantes buenos, que os habíais quedado allí leyendo a Huxley, y los malos, que se habían convertido en malhechores.
-Es que no me entiendes, que los honestos eran los que caían, que es que nosotros solamente teníamos intención de juguetear con aquello, y ahora es lo mismo.
A-No te armes lío, venga, por favor. ¡Venga, más cosas!
-No me estoy armando ningún lío. Date una vuelta por las noches, y ya verás lo que hay, aunque no sea 65 ni 88.
A-Adelante, adelante.
-A mí me gustaría compartir, ahora que te he oído hablar de la prostitución, la profunda indignación que me produce esta domesticación de las criaturas humanas. Hoy he estado leyendo un libro que hablaba de las sociedades que pudo haber antes de la Historia, antes de la era cristiana, que eran sociedades sin Estado, sin Jerarquía, sin Poder, y que todo eso lo hemos incrementado dentro de nosotros mismos, y nosotros mismo somos los que nos autodomesticamos, y me gustaría que habláramos de cuáles son las cosas que ahora nos mantienen atrapados en esa domesticación, porque eso son las drogas de ahora. ¿Cuáles son las drogas de ahora? ¿Qué sucedáneo de vida nos dan?
A-De lo que has dicho no vamos a hablar, porque me parece una cosa, perdona, muy superficial, cosas de literatos, sociólogos y eso, y aquí estamos en una guerra. Estamos en una guerra contra la Realidad, y no hay que fiarse de lo que cuentan historiadores y sociólogos respecto a otro tipo de civilización.
-Pero es que los sucedáneos que ahora encontramos como para seguir atrapados en esa domesticación, ¿qué es? ¿La tecnología?
A-Sí, he dicho que lo importante de la caricatura para mí, es reconocer que ahora aquí actualmente vivimos así de bien como vivimos, gracias justamente a la supresión y reintegración al Orden que os he presentado, valga para lo que valga. ¿Qué más por ahí?
-Has comentado que en la época de los 60 había más movimiento, más revolución, y la pregunta es...
A-¡No, no, no, no, no!: yo no creo en Historia, pero fue en el 60, y en el 68, con el mayo francés, fue el final. Bueno, después hubo un añadido, en Octubre, muy triste, que fue, en Méjico, la fusilación de estudiantes, pero en el 68, ahí terminó, y yo en los 70 y 80 he hablao justamente de la reintegración al Orden.
-No, pero la pregunta va por otro lao. Por ejemplo, ahora mismo se vive en un amansamiento, que está habiendo una crisis general, y no hay una reacción. ¿No crees que también el acto de no hacer nada es un acto que en sí lleva también el que eso genere un movimiento?
A-Sí, justamente la conformidad, lo que llamamos conformidad, es lo mayoritario, y sin eso el Poder ni se sostendría siquiera. Es decir, la ordenación desde Arriba consiste en hacer creer a la Mayoría (que enseguida se hace pasar como si fueran todos) hacer creer en que no hay nada que hacer, que esto es natural, es decir, que no hay que hacer más que cumplir con los deberes del Trabajo, de la Familia, y de esto y de lo otro, que es no hacer nada, y la mayoría obedece a eso. Eso es el no hacer, que no es ningún no-hacer, al estilo de los místicos: es un hacer las cositas que están mandadas, y eso es el movimiento mismo, ¿no? Esta tertulia política consiste justamente en ir contra eso, que efectivamente es la Ley de la Mayoría. Sí.
-Yo lo que estaba pensando es que la esposición que has hecho me ha parecido bien, y que es una manera un poco de entender lo que hay, pero a mí me parece bien lo que dice Rosa, porque es que al final se ha caído demasiado en lo de la causa y el efecto que aquí hemos negado siempre, ¿no?, y lo que habías puesto al principio de decir que lo que ocurrió de la caída en la droga o cualquiera otro tuvo la causa en un malestar general, es algo que tampoco comparto, porque hay un montón de ejemplos donde se ve que eso...........
A-Perdona, que es muy importante: yo no he dicho “malestar”, he dicho “vacío”: el vacío que se sintió, la vaciedad del Orden de los Padres y de la Escuela, precisamente porque se había venido de un intento inesperado de rebelión contra ello en los 60.
-Pero nunca se sabe de dónde viene esactamente.
A-He intentao presentaros unas causas cíclicas, y esas causas cíclicas por tanto se anulan una a otra, y ninguna es principio, aunque yo he partido del vacío posterior a los años 60. Pero volviendo, lo más importante es reconocer ese estadio que he descrito en que el chico o la chica que se dedica a drogarse se escinde en dos, uno que quiere volver al Orden, limpiarse, y el otro que sigue sin poder aguantar el Orden, y vuelve a la esperiencia de la vida.
-Pero es que cada momento padece sus males, o sufre los que le tocan, y por ejemplo estaría bien que pensaramos que las drogas, aunque sigue habiéndolas y mucho, aunque no es lo mismo que entonces, pero ahora tienes esto de la depresión que llaman, que yo no sé si es un vacío, es querer volver a adaptarse a la Sociedad, y al mismo tiempo no querer. Es parecido, hay una relación directa, y hay una depresión generalizada que antes no había.
A-Sí, la palabra drogas tal vez nos engañe. Efectivamente hoy estamos bajo el imperio de la droga, pero no el LSD, ni la heroína, ni nada por el estilo, sino la que has dicho: estamos efectivamente bajo el imperio de la preocupación del sujeto por su propia salud (que es la manera de joderse la salud más infalible, ¿eh?, preocuparse por ella), y por tanto el imperio de la Medicina, y de las drogas que quitan la depresión, que hacen dormir, y todo eso. No tiene mucho que ver con las drogas en las que me he centrado...de las cuales ya digo que sigue habiendo una cierta práctica por ahí. Sí.
-Quiero decir que hoy por hoy, si tu vas al poblado de Las Barranquillas, a cualquier sitio de esos de los mercados de la droga, el ochenta o noventa por ciento son currantes de a pie, son gente que son camioneros, que trabajan en los mercaos, y de estudiantes o de hijos de la burguesía hay mínimo. Los retoños de la burguesía han caído en otro tipo de droga, que es la bipolaridad, eso que llaman lo bipolar, que en cuanto te descuides un hijo de familia rebelde de los años tal se hace bipolar. Bipolar.
A-¿Qué quiere decir eso?
-¡Qué informadito estás de los años 60, y de lo que pasa ahora, ni idea!
A-No, no, ¿qué quiere decir bipolar, que yo no se qué quiere decir?
-Polo norte y polo sur.
-Bipolar es una enfermedad que le meten ahora a todo chico que un día quiere morirse.........
A-¿Pero qué quiere decir?
-Pues son depresiones ciclotímicas; depresiones ciclotímicas que tienen estados ().....
A-¡Ay madre, Isabel!
-Y eso está generalizado, y entonces ya desde el punto de vista terapéutico se les administran las drogas oficiales que les manda el Régimen. Lo que ha habido realmente de cambio espectacular ha sido la “paidocracia”, el gobierno del niño.
A-¡Ay madre, madre, madre! No nos distraigas del tema de hoy, porque es una táctica, y si nos distraes del tema de hoy, es que estás huyendo.
-¡Si es el tema de hoy, y lo que pasa es que tu nos vienes con una peliculita todas las semanas!
A-Estás huyendo. Vamos a ver, en cuanto a lo primero que has dicho, Isabel, respecto al tanto por ciento de la población que en los suburbios de Madrid y tal, ¿es que tú has ido a La Barranquilla? ¿Los has contao?
-Yo lo sé de buena tinta, y tú no lo sabes, porque no sales de aquí, por favor, que se me han muerto muchos chicos allí.
A-Yo he visto alguna película más o menos honrada que han hecho respecto a Madrid, y que fueran camioneros la mayoría, vamos, es que es una tontería. Bueno, sobre todo por favor, quédate un poco callada para no distraernos.
-¡Pero bueno, esto es que es un sermón, es un monólogo! ¿Puedes dejar que hablemos los demás? ¡Es que no se puede hablar con él, es imposible!
-Esto es una anécdota. Yo tengo una cardiopatía, y entonces el cardiólogo, después de decirme “pues tiene que tomar esta medicina y tiene que hacer esta vida”, después me pone “mujer” (que soy yo, claro) “mujer con una crisis existencial muy difícil de tratar”. Eso me ha dejado a mí atónita.
A-A pesar de eso, ¡lo bien que vivimos en la reintegración al Orden! ¡Lo bien que vivimos, la mayoría! ¿Qué más, por favor?
-A mí me parece muy importante lo que has dicho de que el mayo francés es el final del movimiento, no es el principio, en contra de lo que se dice normalmente. Y es curioso, porque es como la muerte, si fuera realmente el principio.
A-Nosotros en el 65 estábamos, no sólo dando guerra, sino comunicándonos con los de California, y los situacionistas y todos esos, de manera que para que nos cuenten...
-Y luego otra cosa sobre la droga: había entonces una droga, que era el LSD, y la gente utilizaba el LSD como referencia a la hora de decir “¡es que tú no sabes lo que es el LSD!”, y entonces yo estuve durante años que nadie sabía que yo tomaba LSD, porque yo lo guardaba en el más absoluto secreto, y no podía hacerle propaganda, porque entonces ya sabría tanto como los enteraos, y yo no quería saber tanto. Pero luego posteriormente me di cuenta de que desapareció esa droga, y actualmente es imposible encontrar LSD.
-Todo se encuentra, ¿eh?
-No, no, te dan sucedáneos, no te dan el LSD.
A-Es que es como el resto del Mercado, ¿eh?: la demanda ha cambiado, la prédica de la heroína era mucho más sublime, que ahí no te podían hacer ya ni hacer la propaganda que hacen del LSD, no te podían decir en qué consistía la esperiencia, tan sublime que era. Sí.
-Que la frasecita ésa de “¡es que tú no tienes la esperiencia!”, por ejemplo también se parece mucho a cuando no eres madre, que te suelen decir “¡es que no sabes lo que es el verdadero amor, porque tu no eres madre!”. Te la han dicho ya mil veces, la frase esa.
A-Es la predicación de la esperiencia, de las maneras sublimes; en cualesquiera secta por ahí os dirán lo mismo, predican la esperiencia. Está bien el ejemplo de la madre.
-Pero el LSD no descubre nada nuevo; lo único es que puedes tener un mayor grado de sensibilidad, pero a mí me pareció un estado normal.
-Bueno, “normal”...
A-Mi esperiencia del buen viaje tuve que reducirla a una poesía que está publicada en el libro de conjuros.
-Es que eso del vacío parece que se siente siempre, y a lo mejor después de una desilusión grande más, y que eso es con lo que juega el mercado. O sea, que uno por sentir vacío no se va a tirar a comprar droga, si no es que el mercado se la está vendiendo, y eso es tan causa como lo otro, que eso está ahí ofrecido.
A-Sí, desde luego la condición es que se produzca en la Realidad, y la Realidad incluye el dinero en primer lugar, pero el motor está justamente en esa desilusión, en ese vacío. Mirad lo que les pasa a hombres también, pero sobre todo a las mujeres, hoy que vivimos así de bien gracias a la reintegración: ¿adónde las lleva el vacío?: a comprar; no drogas, pero da igual: a comprar cualquier cosa, a comprar.
-Es lo que iba a decir, que tú podrás tener vacío, pero no te vas a comprar un super móvil para entretenerte y llenar tu vacío, si no es que ese super móvil te lo están ofreciendo por todas partes.
A-Sí, pero desde luego el vacío éste que digo que mueve es algo que actúa dentro de la Realidad, como todo lo demás, y la Realidad es Dinero, Mercado, sobre todo.
-Y que es un producto ilegal, además, que eso es importante, que es un negocio ilegal, y por eso llegaba a cierta gente.
A-Sí, ilegal, y el de la venta de la droga de los 70 no era legal, era en el mercado negro de la estación de Berlín, pero tampoco es una dificultad importante: era ilegal, pero el mero hecho de ser ilegal le da a las cosas una legalidad, si no os asombra mucho: las cosas ilegales se hacen legales, puesto que tienen presente la Ley. Sí.
-Pero de las drogas que hay ahora, aparte de los psicofármacos que ha dicho Isabel, ¿qué papel juega la tecnología? Porque los jóvenes están adormecidos todo el día con el ordenador y con el móvil, y a mí eso me parece muy preocupante, porque es una domesticación, y todas esas cosas la está manteniendo la domesticación, porque vivimos en una Sociedad domesticada y avanzada, y los jóvenes están todo el rato con las maquinitas.
-Pero que no es cosa solo de jóvenes, eso, ¿eh?
A-Sí, y por eso llevamos años luchando contra eso en esta tertulia política: vivimos así de bien en el Estado del Bienestar, ¡pero nos aburrimos mayoritariamenteeee...! Eso es un peligro, porque es un vacío. Es un peligro para el Orden, que tiene que proceder antes que nada, como primer producto, a la producción de...entretenimientos, de cosas para llenar el vacío, que desde luego no cura el vacío, sino que lo mantiene, pero eso es el juego que nos traemos, y contra el que aquí hemos hablado muchas veces.
-Es que es peligroso aburrirse, porque si te aburres se te pueden ocurrir algunas cosas.
A-Claro, si te aburres y en vez de irte a comprar el móvil nuevo modelo, te quedas en un banco sentada y sin hacer nada, diez minutos, una hora, dos horas, eso puede volverse peligroso. Sí.
-De la crisis existencial que me dijo el cardiólogo, que no tenía cura, y estoy convencida además de que no tiene cura, sí que he tenido que dejar de fumar, y desde que he dejado de fumar, y no es por los años, tengo más angustia existencial.
A-Bueno, no voy a hacer una defensa del tabaco, pero desde luego tampoco me voy a parar a maldecir de la campaña, porque es un caso de estupidez supina que nos va a distraer mucho. Sí.
-Que no sé si en aquellas épocas el vacío pudiera ser causa, pero no sé si ahora se esgrime más a lo mejor la amenaza del vacío como causa que el vacío mismo.
A-Sí, lo que hemos dicho del aburrimiento: apenas aparece el aburrimiento en un niño, o en un adolescente, ya está el remedio a la puerta, no se aguanta. Se teme el vacío, sí. ¿Qué más?
-Es como la condena a ser uno mismo, que parece como lo que has contao de la caricatura entre tirarse a ver si se puede vivir por esos medios o tratar de volver, que parece que han fundao la condena a uno, a ser uno, y privadamente además, que parece que no hay vida pública, que no hay más vida que la propia, y entonces es cuando parece que aparecen ésas como dos maneras enfrentadas de...
A-Si, en el ejemplo me he centrado en uno, porque es que efectivamente el régimen trata de que nos centremos cada uno en uno, que sean problemas suyos, por ejemplo lo de la crisis existencial. Lo que he dicho: uno, aunque no de una manera tan carituresca y exagerada, está siempre dividido entre uno que desea volver al Orden, reintegrarse, y otro que no aguanta y que quiere salir de eso a costa de lo que sea. Sí.
-Pero esa configuración del mundo está verdaderamente enclavada en los estadios, en las grandes multitudes, y en la película se ve clarísimamente cómo esto sucede en los bastidores fundamentalmente de los grandes conciertos, donde el uno, con toda su singularidad, está en medio de esas masas.
A-Sí, esto es importante, me parece que se llamaba, la gran discoteca, Soul. Sí, ¿qué más?
-Quería decir un poco de lo que se decía antes, que ahora los jóvenes, o viejos, o quien coño sea, no haya así una efervescencia rebelde, pero es que curiosamente el Estado llegó a una organización donde nadie, salvo aquí esta tertulia en el Ateneo, no conozco otra en España donde alguien pueda reunirse y hablar libremente con otros, está prohibido. Porque antes también en un bar, tomando unos vinos, pues con diez o doce uno venía a la crítica al Estado, al régimen, y en cambio ahora no se puede ir a ningún sitio, no hay más que esta tertulia, porque o bien te metes con los acémilas de los Partidos, y pasas un infierno horroroso de cómo hablan cuando no están así en público, o ¿adónde vas a ir?, porque en las iglesias tampoco hay quórum para subirse a un púlpito, es decir, que solo el Ateneo que nos dejan.
A-Es bastante razonable eso, pero no olvidéis que ahora no se estila una censura, el no hablar, ¿eh? En tiempos de la dictadura, en los bares (de esto ya solo los viejos nos acordamos) había letreros de “prohibido hablar de política”, es decir, que se suponía que había un peligro de que se hablara de política, en contra de lo que dice Galín. La censura es positiva, es decir, si no se habla de veras nada más que por casualidad en algún sitio, es porque está previsto, hay programa de lo que se va a decir, no sólo en las clases de una Universidad, sino en cualquier conferencia política, social, o científica. Está previsto lo que se va a decir, y por tanto las ocasiones de que se diga algo no previsto son muy escasas, sumamente escasas, digamos. Bueno, tal vez se nos ha hecho muy tarde. Sí.
-Yo no es que quiera defender las drogas, ¿eh?, pero la marihuana es una droga que si no fuera porque tiene enfrente a las farmacéuticas, que son las que la están machacando, ayuda con el cáncer, ayuda con los bronquios, ayuda con muchas cosas, y sin embargo no está en el mercado porque a las farmacéuticas no les interesa.
A-Alguno de los médicos amigos me hablan también de las virtudes de la nicotina, de manera que lo mismo que dices de la marijuana llega hasta el tabaco y las virtudes de la nicotina, pero la verdad es que eso no importa mucho, la marihuana no es una droga ().
Bueno, que se nos ha hecho muy tarde, tenemos que cortar, y si nos deja el Señor dentro de 7 días seguiremos.
@ 2008 Editorial Lucina
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