martes, 8 de noviembre de 2011

Un domingo lluvioso




Tarde de domingo, llueve a cántaros. En la parada del bus leo distraídamente al franchute Houellebecq. Me topo con este párrafo:
"Minados con la obsesión cobarde lo "politically correct", pasmados con una marea de seudoinformación que les proporciona la ilusión de una modificación permanente de las categorías de la existencia ("ya no se puede" pensar lo que se pensaba hace diez, cien o mil años), los occidentales contemporáneos ya no consiguen ser lectores, ya no logran satisfacer la humilde petición de un libro abierto: que sean simplemente seres humanos, que piensen y sientan por sí mismos".
Lo que aparentaba ser una inocua expresión de la vigencia de la literatura frente a otras expresiones artísticas en estos tiempos mudables, se ve de repente elevada por los aires, de un golpe certero, con el siguiente martillazo:
"Con mayor motivo no puede desempeñar ese papel frente a otro ser. No obstante, tendrían que hacerlo: porque esa disolución del ser es trágica; y cada cual, movido por una dolorosa nostalgia, continúa pidiéndole al otro lo que él ya no puede ser; cada cual sigue buscando, como un fantasma ciego, ese peso del ser que ya no encuentra en sí mismo. Esa resistencia, esa permanencia; esa profundidad. Todo el mundo fracasa, por supuesto, y la soledad es espantosa".
Y pienso para mis adentros en la asombrosa capacidad de este tipo para hurgar en las heridas del hombrecillo moderno ("el bloom"), para, acto seguido, lamer las heridas de esa infelicidad. Y sigue lloviendo. Y llega el L96 para sacarme de mi desolada estupefacción de lector ausente...

La Soledad - Bersuit Vergarabat


miércoles, 5 de octubre de 2011

García Calvo en Puerta del Sol el 28 de septiembre de 2011


AGUSTÍN GARCÍA CALVO
Madrid, Puerta del Sol
Jueves 29 de setiembre de 2011


Video subido por el 30/09/2011
Primera parte


Segunda parte

Transcripción de la alocución de Agustín García Calvo y posterior asamblea en Puerta del Sol del jueves 29 de septiembre, que parece que será la última en que participe, ya que Agustín ha decidido retirarse a descansar, a pesar de lo cual  se intentará que continúe, de alguna u otra forma, la asamblea de cada jueves:

Pues vamos por nuestra parte a seguir intentando hacer algo de lo más urgente, como lo hemos venido haciendo desde mayo para acá, no sé ya cuántos jueves. Todo esto que nos ha rodeado, esta esplendorosa manifestación es una muestra de, como ellos dicen, de verdad, lucha en la calle, no en los comités, no en la organización. Pero esto también lo malo es que tiene un fin, en la Huelga General. Que la Huelga General tiene un fin, que es asustar a la gente del Poder, hacerles ceder en esto o en lo otro, eso es lo que tiene de malo. Lo que tiene de lucha en la calle está bien; los fines, como siempre, son lo que lo pierde, los fines, los futuros.
Aquí estamos a lo más urgente y recordábamos que para que se pueda hacer algo, algo que no sea hacer lo que ya está hecho, la primera condición es que esto no tenga futuro, como lo tienen las empresas, como lo tienen todos los organismos del Estado o del Capital confundidos en el actual Régimen que padecemos, en el Régimen del Bienestar.
Nos parecía que había que estar recordando aquí una y otra vez que el hilo, el sentido, de este levantamiento de gente, inesperado, de gente menos formada sobre todo, tenía el sentido de decir ¡No! al Régimen, así, sin más. ¡No al Régimen! ¡No! al Régimen donde Estado y Capital están juntos. Y, como derrumbar al Régimen así por las buenas, ni por la fuerza ni por la persuasión, tiene ningún sentido, hay que prepararse precisamente a dedicarse cada día a esto de lo más urgente que es desengañarnos de la fe, de todas las creencias que nos están imbuidas y sobre las cuales el Capital y el Estado se asientan; no pueden hacer nada sin eso. Si no quedara en vosotros, en la mayoría de la gente y en la mayoría de vuestras almas algo de creencia en la necesidad del Dinero, la necesidad de una organización estatal o semejante, la necesidad de la familia, mientras quede algo de esto, no se podrá hacer de verdad nada en contra.
Lo más urgente es, por tanto, poco a poco, cada día, como se nos dé, sin prisas, sin futuro, intentar acabar con algunas de las creencias, con algunos de los artículos de la fe, que nos quedan todavía en las mayorías de las poblaciones, en las mayorías de las almas y sobre las cuales el Estado se sigue sustentando.
No venía este levantamiento inoportuno, inesperado, de la gente a intentar, por presión desde abajo, mejorar el Régimen, mejorar los organismos del Capital y del Estado, conseguir reivindicaciones de una clase o de la otra. Este cuento ya nos lo sabemos muy bien: al Estado y al Capital les gusta recoger reivindicaciones y, por tanto, de alguna manera en efecto mejorar, mejorarse, es decir, seguir siendo cada vez peor para la gente. ‘Mejorar’, en el sentido de ellos, quiere decir naturalmente esto: cada vez peor para la gente.
Es por tanto lo más urgente que aquí, en la calle, en la Puerta del Sol, los amigos que han llegao y se han plantao aquí, los transeúntes que se queden más o menos rato entre nosotros, se dediquen a esta tarea de romper con la fe, de romper con las creencias que nos están impuestas.
Así, a lo largo de estos jueves, hemos venido, sacando aquí algunos de los elementos de esa fe que nos queda siempre más o menos y en la que el Régimen se sostiene, preguntándonos qué nos queda de creencia en la necesidad del Dinero, por ejemplo; cuánto de verdad estamos dispuestos a renunciar a cualquier forma de Dinero sin que nos parezca que eso va a impedir alguna forma de convivencia u otra de las que se vayan inventando. La declaración de lo que nos queda todavía de fe en el Dinero era por tanto necesaria para que aquí, en discusión, en plena calle, se tratara de derribarla, de derruirla.
Lo hemos venido haciendo también con el Estado, con las fronteras y centros de los Estados más o menos grandes o pequeños, palpándonos también las almas a ver cuánto nos queda de fe en que eso es necesario, como ellos nos hacen creer que lo es, porque nos dicen “¡sin Estado: el caos, la anarquía!”, cualquiera de las cosas que se les ocurra decir. ¿Cuánto nos queda aquí en las almas de fe todavía en que es necesaria una organización de tipo estatal? Hay que sacarlo aquí a la luz y, naturalmente, dejar que el sentimiento y la razón demuestren la mentira de esa fe, la destituyan, la echen abajo de alguna manera.
Hemos sacado a la Familia preguntándonos también igualmente ¿cuánto nos queda de fe todavía en que la Familia, un tipo de familia más o menos semejante al del Régimen del Bienestar, es necesaria para la convivencia? ¿Cuánto contra ello se rebela y declara que por el contrario la familia no es más que el sostén del Capital y del Estado en el nivel más íntimo, y que lo único que puede hacerle a la gente, al común, es daño; daño, estorbo perpetuo, desviación, equivocación?
Cuando sacamos estas cosas aquí, en la plaza pública, y nos preguntamos “¿Qué nos queda?”, y tratamos de destruirlo, no es que al decir ¡No! al Régimen nos haga falta pensar en una utopía de sustitución. Estamos contra las utopías, también hemos visto los servicios que han prestado para el engaño y por tanto para el sostén de Estado y Capital.
Esclavos como somos, clientes más o menos del Capital, súbditos más o menos de un Estado, no podemos tener una imaginación libre que invente una utopía y por tanto que nos presente esa utopía como un futuro que nos guíe en la labor y en la marcha de destrucción del Régimen. No podemos. No podemos confiar en eso, sería otra vez caer (por esa imaginación) en un futuro, que es lo que no tenemos, que es lo que tienen ellos, que no viven de otra cosa que de futuro, es decir de muerte. Sería otra vez ponernos también esa utopía por un futuro que, en fin… No, no se trata de eso, aquí de lo que se trata es de lo negativo, es decir de ver hasta qué punto somos capaces de quitar lo que tenemos realmente encima: Estado, Dinero, Familia y demás, quitar todo eso y quedarnos tan tranquilos pensando en alguna forma de convivencia sin nada de eso, sin Dinero, sin Estado, sin Familia, y el modo de convivencia que entonces tendría que irse
inventando a cada paso, cada día -puesto que no tenemos futuro, no nos queda más que inventar cada día qué es lo que se puede hacer, qué es lo que se va haciendo para conseguir una convivencia sin nada de eso que se nos impone desde Arriba.
Esto es lo que hemos venido haciendo. Hoy pensaba también terminar preguntándoos
por la Administración misma del Estado y el Capital, y cómo cada uno de vosotros la sufre y de qué manera la acata, se somete a ella, más o menos a regañadientes, o de qué manera algo en él se rebela contra esa Administración, que, como hemos descubierto, no es más que Administración de Muerte, puesto que pretende ser Administración del Futuro.
Eso es lo que quería preguntaros también. A este respecto me adelantaría a sugeriros esta visión de la Administración de Estado y Capital como una locura, como una locura en el sentido corriente de la palabra. Si no sois capaces de reconocer esta condición de locura en la Administración, entonces naturalmente poco podremos hacer aquí en contra de esa creencia y en contra de la Administración misma a continuación.
Una locura. Por mi parte no tengo más que recordaros, no sólo la burocracia, el papeleo, los ordenadores, las redes de lo uno y lo otro; recordaros cómo os llenan la vida, cómo se os meten hasta dentro de casa, cómo os invaden las calles, simplemente eso, los Órganos de la Administración y los Medios de la Administración, y cómo os hacen colaborar a vosotros mismos con ese papeleo, esas declaraciones al fisco, ese acatamiento de todo lo que es lo que tenéis que hacer, colaborar con vuestros ordenadores también recogiendo mayormente lo que os viene de Arriba y que, como todo lo que viene de Arriba, nunca puede ser nada bueno. De Arriba no puede caer nada bueno. Ésa es la condición.
No sólo haceros notar esta locura de la burocracia de por sí, sino el aumento progresivo, cada vez más, cada vez más papeleo, organización, oficinas diversas, que, literalmente, como os decía, os llenan la vida y se os meten por las calles y hasta en las casas. Notad conmigo esta velocidad, esta aceleración en el aumento del aparato administrativo, esta necesidad en el progreso de los órganos, de las leyes, de los reglamentos, que no puede parar, ellos no pueden. No se les ha ocurrido ni se les puede ocurrir al Estado, al Poder, otra manera de avanzar, de seguirse desarrollando más que aumentando así sin tino, al infinito, todo lo que haga falta el número de oficinas, el número de papeles, el número de autorizaciones, de declaraciones de todo lo que sea, de impuestos, de tasas, de planificación y todo lo demás. Lo estáis padeciendo conmigo, no digáis que no, y por tanto permitidme que os pregunte cómo cada cual se toma esto.
Yo lo he llamado ‘locura’ porque todo empeño que ellos emplean para definir a los locos de diferentes clases, lo llamen los científicos a su servicio esquizofrenia o paranoia u obsesión o idea fija o lo que sea, emplean el término para encerrar a los locos, declaradamente locos, con los resultados que sabéis: que el resto, que es siempre la mayoría, tenga con eso motivo para creerse cuerdos. Porque si no tuvieran a los locos encerrados y en esa clasificación, ¿cómo nadie podría creerse cuerdo en este mundo de verdad?
Pues aprovechando la manera en que ellos usan el término ‘loco’, ‘locura’, para encerrar a los que estorban de una manera o de otra, junto a las cárceles, los psiquiátricos, los manicomios, da igual, todo sirve, aprovechando eso, os propongo volverlo contra el Régimen y descubrir ahí los síntomas de la locura, no sólo en la burocracia que siempre ha pesado sobre nosotros sino en la necesidad de aumento progresivo y acelerado que os acabo de recordar y que todos padecéis. Notad ahí los síntomas de la locura, todos los síntomas de la paranoia, de la idea fija, de la esquizofrenia o de cualquier otro título que se os ocurra aplicarle.
Pero lo importante sería esto: que aquí aprendiéramos a declarar que nos hemos tragado todo ese papeleo, que seguimos obedeciendo, que nos seguimos metiendo en él, colaborando con él, como si fuera normal, como si fuera normal que las vidas tuvieran que estar así sometidas a esas montañas, a esos aludes de Administración desde Arriba. Pues os lo habéis, nos lo hemos, tragado hasta aquí más o menos así. Es preciso reconocerlo para justamente romper, y cuando desde abajo, como pueblo-que-no-existe, declaramos que el Régimen es simplemente intolerable —in-to-le-ra-ble—, en la intolerabilidad del Régimen incluíamos también esta visión como locura de lo que están haciendo con nosotros, de lo que nos hacen cada día.
Es sobre esto de lo que os paso ya la voz, os dejo correr la palabra para que cada uno responda lo que se le ocurra a esto: ¿cómo os lo tomáis?, ¿cómo os lo habéis tomado?¸ ¿cómo os lo estáis tomando en este momento, sea confesión del acatamiento, sea sugerencias de otra cosa, pero cómo os lo habéis tomado, cómo cada uno de vosotros lo habéis percibido en primer lugar, os habéis dado cuenta de lo que están haciendo con vosotros por el procedimiento de las burocracias?, ¿cómo os lo habéis tomado una vez que os habéis dado cuenta?, ¿qué reacciones habéis tenido?, ¿hasta qué punto habéis obedecido?, ¿seguís considerándolo normal?, ¿estáis dispuestos a descubrir de ahí la locura?
De eso es lo que quiero que habléis cualesquiera de entre vosotros, conmigo, porque todos sin duda tienen mucho que decir a este respecto. ¡Venga!   
-Hola, yo, fundamentalmente, hablando de lo que siento respecto a esto, es como una especie de vértigo, que creo que viene dado por esto que es la locura, la locura a la que ha llegado este tema de la Administración, porque vamos viendo que es cada día nuevas cosas que se nos exigen, que, como bien decía Agustín, nos sometemos a ellas, porque nos sale la falsa frase esta de “¡qué le vamos a hacer!, no tenemos más remedio”, entonces vamos viendo, no sé, yo tengo la sensación de que toda esta locura de la Administración es una obsesión por tener controlado todo, intentar tener controlado todo, y lo malo es que nos hacen creer que tienen controlado todo, y no sólo nos ponen el número del DNI sino que nos ponen las referencias catastrales de lo que dicen que son las propiedades nuestras, porque dicen que es bueno para nosotros, que esté registrado, que tenga referencia catastral, etcétera etcétera. Entonces yo creo que esta locura de la Administración es fácil de ver que es una cosa tras otra, y nos van volviendo locos a nosotros también, pero lo malo que veo de estoe s que quizá haya
mucha creencia en que es algo bueno, que sea para controlar algo, algo que debe estar controlado, entonces parece que es lo que nos podamos creer en un momento dado. Es verdad que parece que no nos lo creemos porque cada vez que tenemos que ir a registrar algo o dar nuestros datos o llamar a la telefónica o llamar a no sé qué, nos vemos jodidos ¿no?, nos vemos que estamos haciendo algo que no queremos, pero la locura nos la están transmitiendo, yo creo, ¿no?, nos estamos creyendo de alguna forma que es que hace falta controlar todo esto.
-Recordad los síntomas que se atribuyan a los locos de ordinario, a aquel tipo de loco, por ejemplo, que se ve, que se ve a sí mismo en la televisión, … cara de personaje y que ve allí en la televisión que le están amenazando con fusilarlo. Es un tipo de loco corriente. Considerad cómo eso se puede aplicar a lo alto, desde arriba. Os estoy pidiendo en primer lugar, primero, lo primero, que cada uno diga cómo lo sufre, qué es lo que sufre con la Administración, con el papeleo, la burocracia, los ordenadores y demás, y luego hasta qué punto lo acata o no, pero lo que más nos importa aquí, para romper con esta fe en plena calle, es declarar cada uno su sufrimiento, que puede ser particular, pero que, evidentemente, tiene mucho de contra común, común quiere decir del pueblo-que-no-existe, de manera que por el hecho mismo de ser particular puede resultar interesante por contra. A ver quién, por favor, quién más.
-Hola, pues me parece muy interesante todo este tema de la locura porque, bueno, yo pienso que desde pequeño me han impuesto un sistema racional desequilibrado y esclavizante, y que me han reprimido mi parte creativa desde que era niño, primero porque era zurdo y me decían que tenía que ser diestro, eso para empezar, cuando estaba en la guardería -¿no?-, luego porque me empezaron a enseñar una serie de cosas que eran de memoria, de memoria, de memoria y, bueno, pues hay personas que son buenas con la memoria, hay personas que son buenas con la intuición, hay personas que son buenas con… -cada persona es un mundo, cada persona se complementa con las demás. Si intentan que todos seamos iguales, están tirando a la basura un potencial impresionante que no nos podemos permitir tirar a la basura. No podemos tirar a la basura el talento de la gente, y, a día de hoy, habría muchísima mayor productividad si hubiera mucha más gente realizada, si hubiera mucha más gente que siguiera sus sueños, porque el sueño de cada uno, la vocación de cada uno es el verdadero INEM, porque te dice dónde tienes trabajo. Te dice: “Mira, tú tienes trabajo aquí porque es lo que te gusta, y ahí vas a encontrar trabajo porque será lo que mejor se te dé, ahí”. Y en el INEM ayer hablaba un parado que decía que son los cuarenta porque rechazas un trabajo y hay otros cuarenta que lo van a aceptar, así que… Y bueno, entonces, en toda esta locura de la razón hemos estado desechando nuestra parte creativa, nuestra parte intuitiva, nuestra parte emocional, hemos estado castrando toda esta serie de cosas que nos hacen muchísimo mejores que un ordenador, y que nos hace irreductibles como seres humanos. Y ahora a día de hoy, pues, he montado una cooperativa autogestionada, que es una editorial, y fuera del sistema, porque no tengo, o sea, lo intenté, hasta que me di cuenta de que era un despropósito, intentar crear algo nuevo, algo diferente, algo horizontal, algo asambleario; es imposible, porque en el Sistema necesitas tener un tesorero, un presidente, necesitas estar auditado, tienes que tenerlo todo en copyright. Vamos, hombre, si quieres un sistema alternativo, tienes que irte fuera del sistema, y, además, que no nos digan que no colaboramos con el Estado, porque, aunque no queramos, pagamos un 18% de impuestos, aunque no creamos en los ejércitos, aunque no creamos en la policía, aunque no creamos en esa transición, que todavía estamos en ella, etcétera, etcétera. Y bueno, muchas gracias. ¡Que hable más gente! (Aplausos)
-Gracias a ti. Has expuesto unas cuantas formas del sufrimiento que te han tocado, y ese último intento de hacer algo libre, asambleario, dentro de este mundo que te va a taponar enseguida con ordenaciones, con exigencias de cargos, con burocracias etcétera… Puedes saltarte aquello que en contra te ha salido de “cada uno realizar sus sueños”, porque eso no va por ahí. Nosotros, de hecho, lo que nos pasa es que estamos metidos en el Realidad, como tú mismo has dicho, pagando impuestos –bueno, alguno hemos intentado a veces no pagarlos, ha salido un poco caro, pero bueno- y, de una manera o de otra, de hecho, reconociendo la fe, aunque no la profesemos de boca, de hecho, entiendo que eso es en lo que estamos. La salida de eso no es ningún sueño, ninguna utopía, es simplemente seguir diciendo ¡no!, como aquí lo intentamos, para lo cual os pido que de la manera más completa posible cualquiera se decida a esto de contar sus sufrimientos con la Administración, que, sin duda, lo que nos cuente de la manera más completa, eso es lo importante para que… ¡Habla!
-Bueno, voy a intentar contar el mío. Bueno, creo que el sufrimiento de la Administración puede llegar hasta el extremo de -no sé si puedo-, hasta el extremo de…, pido ayuda. Es que es un poco bruto, a ver, lo intento más tarde, perdonad,
-No, no, pero que no te preocupes porque pueda llegar hasta tal extremo, no es que pueda llegar hasta tal extremo, es que de hecho ha llegado ya a todos los extremos, es intolerable…
-…llegan al extremo de entrar en tu casa, llevarse a una criatura de siete años “por su propio bien”, por ejemplo. O sea, el Estado no puede tolerar que un niño, por ejemplo, viva sin padre, entonces un montón de papelotes, y papelotes, y llegan veinte personas a una casa, y al niño de siete años le dicen “Ven, que ahora viene mamá” y se lo llevan. Entonces lo aíslan once meses de todo su entorno. Esto ¿os lo creéis? Porque yo no me lo creo y me ha pasado a mí. ¿Sabéis? O sea, todavía no… Y eso está escrito, es por el bien del menor. Por el bien del menor. Y me parece que es una locura, y está pasándome, me ha tocado a mí, me ha tocado la china, y nos ha tocado a unos cuantos más en España… Pero ahora yo puedo ver a esta criatura una vez al mes dos horas, en una especie de cárcel, y no os podéis imaginar cómo están estos pequeños. Es que no tenéis ni idea. ¿Familia en conflicto? Cogen al niño y se lo llevan a un Centro de no sé qué. Si estás separado, tienes que seguir… Yo tengo la sensación ahora de que hay como una especie de troquel en el Juzgado de Familia, o sea, que si no cabes ahí en la foto de la Sagrada Familia, te vas a la mierda, y es que yo no soy la Sagrada Familia. Y bueno, una anécdota, hace poco tiempo, ordenando papelotes y papelotes –perdona, Agustín-, pues de repente leo que el día este que llevaron a este pequeñajo de su casa, yo tuve un ataque de ansiedad, y pone ahí escrito “no sé qué, no sé cuántos”, entraron en mi casa preguntando a mis compañeros de piso: ¿Se autolesiona? Me autolesiono. Y algo más: que qué me tomo, directamente. Ya no cuento más. Ah bueno, lo más divertido era una jeringuilla de este calibre… para cincuenta centímetros de… ¿Oye, me puedes decir lo que es? Oye, por favor. Yo notaba que me tenía que callar. Es muy interesante, otro día os lo cuento con detalle si queréis. Ya está. Está pasando, me ha pasado.
-Tened en cuenta antes de seguir que -muchas gracias por la exposición de tus sufrimientos, es notable-, pero tened en cuenta que a lo mejor pensáis que vuestro caso es más o menos excepcional, que habrá habido otras más listas, lo cual quiere decir, más sumisas y entendidas en papeleos que justamente hayan conseguido mejores resultados. No me extrañaría nada. Por eso quiero deciros que no importa que, peor todavía, cuantos más éxitos en la Administración se consigan a fuerza de listezas de abogados y de trampas, peor todavía. Recordad lo general: no estamos aquí a mejorar el Régimen, aun no con todo lo bueno que pueda llegar a suceder, nunca podría eliminar estos casos que vienen justamente del propio Régimen de la Administración. Venimos a decirle ¡no! Hemos estado aquí describiendo, aunque no sean sacrificios tan notables, pero en fin, pidiéndoos a cada cual que contéis vuestras maneras de sufrir, cómo habéis sufrido, cómo estáis sufriendo la Administración de Estado y Capital.
-Yo quiero contar una historia que me ha pasao a mí personalmente, que es llamativa, porque el Ayuntamiento del sitio donde yo vivo hace treinta y tantos años, en la misma casa, que tiene todas las necesidades para una familia, me ha negao el empadronarme. Yo soy soltero y vivo solo toda mi vida. Entonces me niegan empadronarme. Me he quedao sin la pensión, me he quedao sin poder utilizar el hospital de zona, y he tenido que coger un amigo mío que me ha acogido como en su piso-patera, y me ha escrito en el Registro como… ¿Por qué me han negao empadronarme? Parece que es un derecho costitucional vivir en el sitio que quieras del país. Pues no es así, porque allí había un plan urbanístico a base de ladrillo, donde pensaban hacer, en un arroyo que es un prodigio de vida natural, pensaban hacer dos mil viviendas adosadas de estas que darían mucho dinero a los costructores, todos del Opus Dei, gente discreta, y, en fin, pensaban que iba a ir bien. Y claro, lógicamente, yo ahí sobraba, sobraba yo, los gatos monteses, sobrábamos todos los que pensábamos desarrollar nuestra vida allí. Y entonces lo mejor que podíamos hacer era morirnos o que, desde luego, no nos reconocían como seres vivos y con derechos costitucionales. Estoy seguro que a cualquier persona, sea de la nacionalidad que sea y haya nacido donde sea, porque yo nací en Madrid, de la vieja escuela y con comadrona, cualquier otra persona que hubiera nacido no importa dónde, hubiera llegao y se hubiera iscrito en cualquier pueblo lo habrían admitido, pero si se cruzan por medio los intereses inmobiliarios entonces se aplican los reglamentos, los papeles, los artículos, y se jodió, así de sencillo. Entonces, eso es la burocracia. La burocracia es una criba para dejar pasar a quienes les interesa y a quienes no. Y ¿quiénes no les interesa? Los que no les traen dinero. Y dejan pasar a los que les dé dinero, y nada más. Nada más… Dios está por encima de la costitución.
-No os desanime de ayudarnos en esto el que no tengáis sufrimientos así tan palpables y notables. A mí me jode mucho simplemente recibir un papelito o enterarme de que tengo que hacer un trámite. Es que me parte la vida y cuando me encuentro a mi alrededor a alguien que vive conmigo o cerca que está también sometido a los reglamentos y a la Administración, eso, aun sin más daño, ya me parte la vida, de manera que no os creáis obligados a contar grandes sufrimientos; contad cualesquiera sufrimientos. Todos sirven para que nos enteremos de lo que es esta locura de la Administración.
-Pues a mí me parece que el tema administrativo de papeleos y todo esto es mucho una excusa para recortar derechos. Hay que hacer esto y lo otro y lo otro. Y simplemente es la excusa para recortar derechos de sanidad, de educación y de todo. Y luego también, en estos tiempos en los que nos tienen muy oprimidos y muy recortándonos tantos derechos, a mí me da por pensar en los emigrantes que vienen aquí, que lo pasan bastante peor que nosotros, y que sus derechos ya están por los suelos ya. Si los de la gente que ha nacido aquí nos están recortando derechos, pues la gente emigrante, pues muchísimo más.
-Bueno, gracias, en una cosa yo creo que no te acompaño y muchos no te acompañan, es en la cuestión de los derechos. Con sólo emplear el lenguaje de ellos y decir que nos recortan los derechos y que los emigrantes tienen menos derechos que tú, ya te estás engañando, te estás sometiendo. Derechos y todo eso pertenece al lenguaje de la Administración. Es de ese y de su locura de lo que estamos hablando. No podemos emplear los términos de ellos como si fueran inocentes. No son inocentes. Las posibilidades de vivir dentro de una convivencia siempre posible que buscamos aquí sin Dinero, sin Estado, esas son sin fin, no son derechos en mayor o menor número, son sin fin. Se trata de irlas descubriendo y haciendo lo posible… Más.
-Fijaos en que la mayor desgracia que le puede ocurrir a uno es ser un “sin papeles”. Se le llama un “sin-papeles”. Es decir que esto del Régimen es que cada uno tenga sus papeles. Es decir que ahí nace, en la escritura, que es propio de los sacerdotes, y de las castas y de la cultura, es donde nace la primera opresión. Luego las pantallas no son na más que una continuidad, los ordenadores, de la escritura. Es evidentemente lo peor que le pueda pasar hoy a uno es ser un sin papeles, no tiene papeles. Y eso es lo primero que tenemos que hacer, pues romper los papeles, y a ver si hablando se entiende la gente ¿no?  y ya está.
-Sí, un “sin ordenador” también está en una situación ya un poco dudosa ¿no?, casi como ese “sin papeles”, pero en fin. Todo eso forma parte de… Bueno, más de ración de sufrimientos. Vamos a quedarnos un poco más porque me temo que…
-¡No he terminado!
-¡Estoy hablando yo! Iba a seguir un poco más porque me temo que este va a ser el último jueves en que se produzca esta cosa realmente graciosa de juntarnos un corrillo de amigos y transeúntes…, porque bueno para mí me resulta un poco demasiao cargao y bueno, sobre todo, antes de que cambie el tiempo y nos eche el jueves que viene, prefiero que cortemos hoy, vamos a quedar mejor. De manera que por eso es por lo que nos vamos a quedar un rato más antes de despedirnos, hasta…
-…hasta que el Señor nos deje.
-…hasta la primavera, si vuelve o una cosa así.
-Lo que iba a decir es lo de los locos que antes Agustín ha dicho. El último tour de force del Régimen es que a los locos no los encierran, a los locos los tienen por las calles pa que veamos que hay una variedad, y que en eso de la variedad está el gusto, y que si tú ves a un loco por la calle que está tirao, desasistido, desamparao, porque evidentemente, no es que uno esté buscando que los encierren, que aquello era horrible, pero ver ahora tiraos por el mundo a una gran cantidad de jóvenes que no tienen ni dónde comer, ni donde nada, que están precisamente volaos porque la vida, porque el Régimen les ha desposeído de todo, y ¿qué puede salir de ahí? Son como ejemplos vivientes, estatuas vivientes que están por la calle para que uno: “Mira tú a ese, a ti no te pasa lo que le está pasando a ese. Tú eres uno que eres un funcionario, tú eres uno que tienes un puesto, tú tienes una familia ordenada, tú incluso puedes ir al psiquiatra o al psicoanalista, pero ahí tienes al loco que está a tu lao, en el parque tirao, a la puerta tu casa, es decir, es mucho más perverso, eso todavía, ¿eh?, la exhibición de la locura, como está haciendo el Régimen. Si era malo aquello del encerramiento, es peor esto todavía.
-Bueno, no olvidéis ninguno que esto de la locura aquí se sacaba para aplicársela al Poder, no hace falta mucha imaginación para aplicarlo a las cosas que en los locos personalmente se encuentran y reconocerlas en las esferas del Poder, en la Banca, los Ministerios, los Medios de Formación de Masas de Individuos y todo lo demás; la locura, por ejemplo, de la información, que es la manera de predicar la fe que tiene el Régimen, la información; la información a través de todos los chismes y de todos los medios de formación de que dispone y que tiene que llegar a las casas y a todas partes. Si no sentís conmigo nada de locura en esta avalancha de información que padecéis todos los días, si os seguís creyendo que de verdad os están informando, y que este es un trámite normal, que están cuerdos ellos y cuerdos vosotros, entonces poco tenemos que hacer. Aquí estoy tratando de que reconozcáis, palpéis, la condición de locura en el Poder. Pero, más sufrimientos, más sufrimientos de la Administración.
-Sí, que la información es impedir el aburrimiento a palo seco, que sería muy bueno. Nos hacen, nos entretienen la vida, nos llenan la vida. La información es el entretenimiento. Vivimos bajo el Régimen del Entretenimiento. Mientras que haya esa información, ya el horror al vacío se ha terminado.
-Estamos pidiendo entretanto declaración de sufrimiento, por favor, que es lo que nos puede servir. Cómo cada uno se las ha, cómo acata, cómo se rebela contra esta invasión de la Administración en las vidas.
-Además la Administración tiene otra manera de volvernos locos, que es a través de su propia locura, porque nos hacen pensar que lo que es moral es lo que es legal, y realmente ya lo dijo Kant, un gran filósofo, que lo moral es lo que uno hace autónomamente, porque piensa que es justo, no porque tenga una porra detrás que le obligue, porque si tienes una porra detrás, haces las cosas porque no te queda otra opción, porque no eres libre. Y aquí la gente hace las cosas porque son lo legal, y hay un sagrado texto, que se llama la Costitución, y que si te sales un ápice de ahí pues no sales en la foto, no perteneces a los dos partidos que tienen posibilidad de gobernar este país, y no existes. Y entonces yo otra cosa que diría, es que además de tener una moral autónoma, que me parece necesario, y hacer lo que uno crea que es justo, un segundo, aplicar la desobediencia civil ante lo que cree que es injusto, y otro segundo más la Corporación se podría analizar como psicópata, porque no tiene moral más allá de la ley de la oferta y la demanda, y hay un documental muy interesante, que se llama The Corporation (La Corporación), que podéis ver en el Youtube, que habla de cómo una
empresa actúa como un psicópata, como el señor de Wall Street el otro día que decía que a él no le importaba cómo salir de la crisis en absoluto, que en las crisis se puede hacer mucho dinero. Y, bueno, muchísimas gracias.
-Gracias a ti, pero otra vez me veo obligado a discutir contigo para que no se crean por lo bajo cosas aquí. Seguramente, no has sufrido muchos jueves con nosotros, sigues creyendo en cosas como –antes te hablé de eso de realizarse los sueños. Ahora te hablo de una especie de ordenación autónoma, una moral autónoma. No puede ser, eso estorba darse cuenta de algo que aquí se nos ha hecho muy fundamental: que el individuo, el individuo ES en realidad, de por sí, un esclavo del Poder, un cliente del Capital, un Ejecutivo, en mayor o menor grado, y su moral, su moral personal, no consiste más que en eso. Contra el Individuo estamos porque estamos contra el Estado, Estado e Individuo son lo mismo. El Individuo personal es igual que el Estado. Aquello que decía el Rey: “El Estado soy yo”, se puede decir del derechas o del revés, y tiene su razón cuando Yo quiere decir “el individuo personal”, por eso la lucha está también contra. Y una lucha que no reconozca que se está dando también dentro de uno mismo, en contra de uno mismo y de lo que tiene de personal, poco puede hacer. Eso … está equivocao y bien está decirlo de paso. “Libre” no quiere decir más que esto negativo: “Librarse de” quiere decir también librarse de uno mismo, librarse uno de uno mismo en la medida que pueda, no puede tener otro sentido. No puede uno volverse de repente libre dentro de la Realidad, autónomo y dictar su ley, no tiene sentido. Pero, aparte de eso, sigamos sacando lo que nos importa aquí, que son testimonios de sufrimiento que nos cae desde Arriba.
-Yo, al preguntarme ahora que cómo lo sufro, lo que me encuentro es como con bastante dificultad para describirlo claramente. Entonces, se me ocurre que lo sufro como una cosa muy confusa, como confusión. No sé si eso tiene que ver con lo de la locura, en el sentido de tomarse la locura como una imposibilidad de razonar claramente. O sea que podría contar muchos ejemplos de cosas y eso, pero…
-Habla, habla…
-…pero ahora no se me viene ningún ejemplo lo suficientemente representativo, que signifique algo así de cómo yo lo sufro, entonces lo sufro como un no entender, como una confusión.
-Cualesquiera pueden servir, cualesquiera. La confusión, por supuesto, la tenemos todos. Le arman a uno un lío. Eso forma parte de la actuación desde Arriba del Estado y del Capital. Le arman a uno un lío, y uno está hecho un lío, es normal. Si uno recibe información de la televisión, y si uno rellena todos los papeles que tiene que rellenar y
si va a todas las cosas que tiene que ir, uno, por supuesto, que puede acabar no sabiendo siquiera lo que está haciendo. Es un lío, un embrollo. De eso justamente se trata. Pero como nunca estamos hechos del todo ni del todo bien hechos ni del todo mal hechos, siempre puedes desembrollar un poco dentro de ese lío en sufrimientos concretos que te ocurren, tú o cualquiera.
-Por continuar, sufrimientos concretos, tienes la locura diaria del tráfico por todas partes, y lo que llaman obras públicas, todas las obras públicas destinadas a mantener el absurdo negocio del automóvil, por ejemplo. Eso es una cosa que se siente como una locura, y también se siente como un horror, que no haya una protesta clara, el que no está claro todavía entre la gente que eso del automóvil es un timo y un engaño. Cada vez que tienes que hacer un viaje y ves que no hay trenes, que está ahí la vía, muerta de risa pero que no hay trenes, y que tienes que sufrir esos autobuses que hay, y que dan vueltas y que entran y salen por los pueblos con una torpeza que es de risa, y tienes que ir de esa manera andando todos los días entre automóviles, y viendo el desastre de esas obras, que al lado de una carretera están haciendo otra carretera. Y dices: Pero esto ¿cómo puede ser? Y ¿cómo puede ser que esté la gente sometida a un Régimen que manda esas cosas y que no pueda levantar la cabeza? Pues es terrible y que se vea que atienden de esa manera a la información y que les parezca normal que les estén diciendo que lo que importa es la economía del tal Estado o de tal otro, una cosa tan abstracta y que no tiene nada que ver con las cosas, yo como lo sufro es con una desesperación terrible de ver que no se pueden hacer las cosas peor, no se puede tratar peor a la gente, ni a las cosas, ni a los pueblos, ni a las cosas que estaban más o menos bien hechas y que tenían su gracia y su sentido, pues las están eliminando a ojos vista, delante de nosotros, como si nosotros estuviéramos muertos, porque al Poder la gente cada vez está más claro que le importa un bledo, que es imposible que hagan cosas por la gente, lo que estabas diciendo: De Arriba no puede venir nada bueno. Lo que es terrible es cómo la gente se lo toma como que lo que tiene que protestar es cuatro cosas de actualidad que les sacan o recortes de derechos o mandangas de actualidad y no puede hablar sencillamente contra lo que le están haciendo a las cosas y eso es una cosa terrible. Yo no sé qué hacer porque no soy capaz de incorporarme a esas legiones de trabajadores y productores de basura, y de basura en todos los campos, especialmente si te vas a lo que se hace en las Universidades y eso, pues es un error tan grande encaminar a tantísima gente por esa vía de la producción de resultados de exámenes y de trabajos personales que no tienen ningún interés, que no sé cómo se aguanta. (Aplausos).
-Pero para que eso funcione es porque desde niño a un niño se le va haciendo un coche, es decir, el ciudadano democrático no es ningún hombre ni ninguna mujer es un coche, está claro que es un coche. Los que van a votar son los coches, los que van a misa –yo lo sé por la iglesia esa que está en el pueblo donde vamos-, son todos los coches los que van a misa. Los que van a votar son los coches. Los que van al supermercao son los coches. Eso que va ahí adentro, un adminículo que le da al volante, eso es un adorno. El que está adentro es un adorno. El coche es el que manda y el que vota. Y por lo tanto la gente, luego después los que están Arriba dicen: “Ah, es que lo quiere la gente, los ciudadanos quieren el coche”. Pero es que primeramente hay una labor de zapa, desde que un niño abre los ojos al mundo, a identificarlo con el coche; el logro de su vida es el coche, por lo tanto, el niño ya sabe que él es el coche, y no pide na más que el coche, el mayor coche posible, y él es un adminículo dentro del coche. Por lo tanto no hay ni siquiera violencia en la imposición, el Régimen Democrático precisamente es el más sibilino y el más tremendo porque nos la cuelan toda desde abajo, no solamente desde arriba, también desde abajo (Aplausos).
-El ejemplo del auto; desde luego Isabel ha hecho bien en recordar lo que hemos descubierto más de una vez, el primer artículo de fe de la Democracia es, naturalmente, la fe en el Individuo, que cada uno sabe quién es, qué quiere, qué vota, a dónde va… Pero ese uno es el auto personal, ese es el verdadero individuo, os vuelvo a recordar, el verdadero individuo sobre el que recae ese artículo de fe… Esta es la locura por lo que lo ha sacado a relucir. Quien puesto como peatón en una acera y viendo pasar el tráfico normal seguido, y viendo cómo todos van al mismo sitio, pero cada uno tiene que ir a donde él quiere que va, quien esté un rato viendo eso y no reconozca ahí un síntoma de locura, es que no ha entrado de verdad por lo que hoy estamos exponiendo. No digamos cuando se para en un atasco, cuando considera la proliferación y el aumento costante de autos; pararse delante del tráfico automovilístico es el ejemplo para pararse delante de todos los tráficos del Capital y del Estado. Todos los tráficos se ejemplifican ahí. Había más sufrimientos.
-En una sociedad esquizofrénica como esta, supongo que todos suframos el conflicto entre la realidad y el deseo, y pienso que lo más revolucionario es el poder precisamente darte cuenta de la realidad, el saber que somos moscas a las que el Sistema en cualquier momento puede utilizar el DDT y exterminarnos, que nos queda un pequeño picotazo y tenemos que saber muy bien dónde vamos a darlo.
-Bueno, no nos metas miedo, porque lo que nos vayan a hacer cualquier día y el DDT que nos echen, no tiene comparación con lo que nos están haciendo ahora y que tú mismo estás sufriendo. No nos hacen falta miedos de ningún futuro. AHORA, estamos ahora mismo contra el Régimen tal como es ahora y naturalmente con eso estamos contra todos sus futuros. Y que no haya esa confianza en uno, en que uno se dé cuenta. He vuelto a recordar que el Individuo personal es un siervo, está sometido, y que una liberación no puede venir de ahí, sino justamente de lo que no es individual, de lo que no es personal, de lo que es pueblo incontable, incontable, como son incontables las asambleas sin número, pueblo-que-no-existe. Sólo de ahí, y contra el Individuo entre otras cosas. Más sufrimientos.
-Bueno, lo que parece también un poco absurdo es que nos acostumbremos a pensar que para aprender y para hacer cosas se tenga uno que matricular y todo ese proceso administrativo que uno conoce tan bien, en vez de lo que parece más sensato, que es sencillamente juntarse con gente a la que le pueda apetecer hacer cosas, sean cuales sean. Y eso me viene un poco motivado también o me lo recuerda el hecho de que una amiga me ha estado pidiendo ayuda por un papeleo también suyo, y que por conseguir unos míseros duros para poder pues eso estudiar, bueno, con una relativa y bastante más bien escasa tranquilidad, pues eso, ha tenido que solicitar una beca con las consiguientes preocupaciones, malestares y miedos y esperanzas que a uno lo dejan totalmente inutilizado para hacer otra cosa hasta que se resuelva el dichoso procedimiento. Entonces, bueno, pues ahí se ve, son dos caras un poco de los procesos administrativos, y sobre todo relacionados con una cuestión tan sencilla como debería ser aprender haciendo cosas.
-Sí, has hecho bien, hacía falta sacar la cuestión de la burocracia pedagógica de escuelas, universidades y demás. Como alguno de vosotros saben, yo he pasado un buen número de años de mi vida sometido a la máquina de la Universidad y también al mismo tiempo de Istitutos, y he palpado allí, lo palpé, de eso por lo menos me di cuenta cuando estaba metido allí como funcionario, cómo la burocracia que ahí es la examinación y la repartición de notas o de puntos o de créditos, eso es la burocracia, eso se come todo lo que podía quedar de curiosidad, de interés, de algo que se pudiera llamar de alguna manera descubrir, deshacer, criticar las ideas recibidas. ¿Cómo se va a hacer eso? Hay que examinarse, y tenéis la muestra ahí…, lo único que de verdad cuenta en cualquier
que examinarse, y tenéis la muestra ahí…, lo único que de verdad cuenta en cualquier facultad, en cualquier escuela y cualquier istituto, es justamente, los sitios, las grandes aulas de examen, las fechas de examen, y el resto del tiempo en las clases es como entretenerse un poco mientras llega el Futuro, que es justamente el del Examen, y que es lo único que vale. He visto morir, he visto morir lo que podía quedar de curiosidad debajo de este tipo de burocracia. Había que sacarlo también aquí.
-Lo que estás diciendo en el caso de la Universidad, también fuera se padece. Se puede resumir lo que estamos sufriendo, la Administración que nos viene de arriba, está hecha en la semana, lo que es una semana, según está organizada, según está mandado que en unos días se trabaje y en otros días se dedique la gente a la diversión esta que nos organizan pues es el arrase que sufrimos a diario de las posibilidades de hacer otras cosas, las posibilidades de sentir un poco lo que nos está pasando o sentir, yo qué sé, que viene el cambio, que acaba el verano y que empiezan a ser los días más cortos, que se podían hacer cosas. Pero no. Estando la semana, estando el calendario organizado como está, es la ruina de las posibilidades de hacer cualquier cosa que se podía hacer.
-La semana es desde luego sagrada. Aparte de trimestres… ya la semana de por sí se las trae. No olvidéis que la teología da con frecuencia ejemplo a la Administración política. Dios mismo, Dios trabajó creando el mundo en seis días, descansando al séptimo. Eso es la semana. Hasta tal punto es el tiempo de los siete días, que no tiene nada que ver ni con los astros, ni con el clima ni con nada palpable, que es puramente abstracto, ese espacio de los siete días, es sin embargo el fundamental para la organización de la Sociedad. Sobre esa mentira, sobre un trampantojo, está organizado todo: la educación, el trabajo, y todo lo demás.
Tenéis que preguntaros también qué estamos haciendo aquí, diciendo ¡no! al Capital y al Estado, ¿es que se puede convivir sin semana? ¿es que podemos convivir sin semana de una manera o de otra? Es la pregunta que también tenemos que seguirnos haciendo aquí.
-Sí, eso de la semana casi merece un monográfico como dicen para el próximo día, pero bueno respecto a lo de la burocracia yo voy a decir lo que siento como más hiriente y más nocivo dentro de la enseñanza. Veis la cantidad de cientos y cientos de leyes con que se descuelgan desde Arriba los ministerios de turno y nos caen encima del profesorado. No, eso no es nada inocente, porque nos hacen reunirnos costantemente. Estamos reunidos, y mientras que estamos reunidos en unas interminables sesiones que aburren a Dios y su madre, al final no nos queda ni una gotita de energía para enseñar algo y ocuparnos de los alumnos o realmente tener curiosidad por algún descubrimiento de algo. Toda esa burocracia está hecha precisamente para desactivar la enseñanza en el lao que pudiera tener de viveza o de descubrimiento de las cosas. Por lo tanto no es na más que la imposición del aburrimiento sistemático a base de miles y miles de papeles para que nos quede como un toro cuando sale a la plaza, las banderillas primero, y el pobre ya al final está deseando que lo maten cuanto antes. Y eso es lo que cae encima de los pobres alumnos, eso es lo que estamos enseñando: burocracia, papeles, reuniones, y sobre todo en una Universidad como la mía, que es esta de las pantallitas y las distancias, ahí ya todo se reduce a la gestión burocrática y las reuniones. Nada más.
-Sí, ya había salido directamente esta forma de sufrimiento que Isabel ha sacado, el aburrimiento, que es muy importante. No olvidéis que lo hemos descubierto más de una vez: sin el aburrimiento ni Estado ni Capital podrían sostenerse, es fundamental. El aburrimiento en forma directa y sentida como aburrimiento o el aburrimiento recubierto de diversión; las diversiones que tanto mueven de capital y de los demás intereses. El sufrimiento del aburrimiento es también fundamental en todo esto. Es sobre todo el sufrimiento del tiempo vacío, del tiempo de la semana, del reloj, del calendario, el tiempo vacío es el que se manifiesta como aburrimiento o como diversión.
Bueno, se nos ha ido el rato. Como os anuncié, este era el último jueves en que vamos a seguir tratando de reunir asamblea, porque conviene buscar a alguien que cargara con lo que yo. Eso es una razón, la otra razón es que probablemente, después del mucho favor que nos han hecho los dioses con el tiempo, a partir del jueves que viene ya se pondría esto dificultoso por razones de frío. Si esto no hubiera que inventarlo cada jueves, esto ha tenido gracia, sigue teniendo, yo la aprecio, porque efectivamente esto de que un corrillo más o menos de conocidos, con transeúntes de todas clases, que podían quedarse prendidos un rato, o marcharse o quedarse y volver al otro jueves, todo esto era un invento bastante gracioso, y me alegro de que lo hayamos tenido y de que haya funcionado así. Desde luego, si alguien dice: “Yo me encargo de hacer lo mismo que haces y no hace falta que vengas y puedes descansar…”
-Agustín, a mí me parece que la asamblea debiera continuar aunque no hubiera alguien que pudiera hacer exactamente lo que hace Agustín. Sí, hay bastante gente aquí, como la había también en la asamblea de Pontejos, que se dejan hablar, y hablan y es jugosa la asamblea. Por tanto, a mí me parece que, aunque Agustín no venga, podíamos seguir manteniendo el jueves la asamblea aquí, y el día que a él le apetezca venir o pueda y el tiempo, como dicen, nos lo permita, pues que venga él también, y seguimos en la línea más o menos que aquí se fue hablando.
-No quería entrar en esta discusión. Hay que disculpar el optimismo de Galín cuando habla de mantener la asamblea. Es que la gracia de esto, y el trabajo, es que no hay tal cosa como una asamblea que mantener, es que hay que fabricarla cada jueves, es decir, con la asistencia del corrillo de amigos, y luego con los transeúntes que se queden más o menos prendidos, hasta conseguir que haya asambleílla, sí, porque ya sabéis que la condición de la asamblea libre es que empiece a no saberse cuántos son. Esa es la condición. Eso distingue a una asamblea de cualquier organismo estatal: cuando
empieza a no saberse cuántos somos, porque de esa manera no cabe ya ningún engaño ni de votación ni de nada por el estilo.
-Bueno, hay gente que quiere seguir, entonces con venir aquí a las ocho y media los jueves veremos a ver cuántos vamos siendo, y no es que yo sea muy optimista en eso, pero el movimiento está ahí, la gente está más o menos en guerra, y esto es una…
-Si os seguís animando, esté yo o no esté, a fabricar cada jueves una asamblea con corrillo y transeúntes, bueno, me alegraría mucho de que esto pueda marchar.
-¡Vamos a intentarlo, vamos a intentarlo! Por lo tanto, ya lo vamos a anunciar: seguimos el jueves, corred la voz, y a las ocho y media, a ver si logramos fabricar una asamblea, y ahora como todos los jueves, después de la asamblea, cantamos el Himno de la Comunidad, y os voy a repartir unas chuletas que traje para cantarlo. ¿Quién no lo tiene?...
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Más información sobre las tertulias y  las charlas  en el blog de Agustín García Calvo, en Editorial Lucina y en  Baul de Trompetillas.

sábado, 1 de octubre de 2011

KAFKA por Crumb -1-


Kafka for Beginners - Robert Crumb y David Zane Mairowitz
Traducción- Leandro Wolfson
Rotulación- Iris Bernárdez











 







Continuará...

lunes, 26 de septiembre de 2011

El mapa y el territorio - Michel Houllebecq


Algunos fragmentos de la última novela del infame franchute, que para más inri, se le ha ocurrido ahora ganar ese Premio Goncourt.
A los incondicionales del gabacho, seguirá sin defraudarlos; a sus detractores, tampoco defraudará, aunque haya limado asperezas (su incontenible incorreción política); hasta es posible que siendo esta novela más "amable", otros dicen más madura ( fuera sexo explícito y nada de fantasías científicas), consiga atrapar a nuevos lectores, cosa que le debe importar un carajo, pues, pese a todo el circo que arrastra, o más bien por eso mismo, todos sus libros son siempre éxitos de ventas, lo cual no le perdonan algunos espíritus elitistas ni los más esnobs.
Personalmente, puedo afirmar sin rubor que me cuento entre los lectores enganchados, aunque en proceso de deshabituación, a las píldoras dialécticas del genuino Julebé. Aunque no he disfrutado de su lectura tanto como en sus obras anteriores, cosa que no le achaco del todo al autor, debo decir que  algunos ya han calificado a ésta como su gran obra maestra de madurez. ¡Menuda gilipollez!
Aquí traigo los momentos en que se reflexiona en torno al arte y la vida (la diatriba contra el funcionalismo imperante en la arquitectura, p.e.),  y sobre el trabajo y la condición del artista, un tema inédito hasta ahora en las obras de MH (con la excepción quizá de algún apunte en "Plataforma"), obras en las que suele despacharse a gusto acerca de todo lo divino y lo humano. Esa conversación entre el protagonista y su padre,  así como su continuación, más tarde, con el personaje del escritor Houllebecq, contiene, a mi entender, gran parte de la clave interpretativa del libro.

(...) Lo que estaba destruyendo eran meses, más bien años de trabajo; sin embargo no tuvo un segundo de vacilación. Muchos años después, cuando llegó a ser célebre -y hasta, a decir verdad, celebérrimo-, a Jed le interrogarían en numerosas ocasiones sobre lo que, en su opinión, significaba ser artista. No habría de encontrar nada interesante ni muy original que decir, exceptuando una sola cosa que en consecuencia repetiría casi en cada entrevista: ser artista, en su opinión, era ante todo ser alguien sometido. Sometido a mensajes misteriosos, imprevisibles, que a falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia religiosa había que calificar el intuiciones; mensajes que no por ello ordenaban de manera menos imperiosa, categórica, sin dejarte la menor posibilidad de escabullirte, a no ser que perdieras toda noción integridad y de respeto por ti mismo. Esos mensajes podían entrañar la destrucción de una obra, y hasta un conjunto entero de obras, para emprender una nueva dirección o incluso a veces sin un rumbo en absoluto, sin disponer de ningún proyecto, de la menor esperanza de continuación. En este sentido, y sólo en este sentido, la condición de artista podía calificarse de dificil En este sentido, también, y sólo en él, se diferenciaba de esas profesiones u oficios a los que rendiría homenaje en la segunda parte de su carrera, la que le granjearía un renombre mundial.


(...)

Jed sólo había visto a su padre ocuparse de los problemas técnicos, y hacia el final, cada vez más a menudo, de problemas financieros; la idea de que también hubiera cursado Bellas Artes, de que la arquitectura perteneciese a las disciplinas artísticas, le resultaba sorprendente, incómoda.
-Sí, yo también quería ser artista... -dijo su padre con acritud, casi con maldad-. Pero no lo conseguí. Cuando yo era joven, la corriente dominante era el funcionalismo, la verdad es que ya dominaba desde hacía varios decenios, en arquitectura no había sucedido nada desde Le Corbusier y Van der Rohe. Todos los pueblos nuevos, todas las urbanizaciones que se construyeron en el extrarradio en los años cincuenta y sesenta han estado marcadas por su influencia. Yo y algunos otros de Bellas Artes teníamos la aspiración de hacer algo distinto. No rechazábamos realmente la primacía de la función ni el concepto de «máquina de vivir«; lo que cuestionábamos era lo que ocultaba el hecho de vivir en alguna parte. Como los marxistas, como los liberales, Le Corbusier era un productivista. Imaginaba para el hombre edificios de oficinas, cuadrados, utilitarios, sin ningún tipo de decoración, y edificios de viviendas casi idénticos, con algunas funciones adicionales: guardería, gimnasio, piscina; entre los dos, vías rápidas. En su unidad de vivienda, el hombre debía disfrutar de aire puro y de luz, en su opinión esto era muy importante; y entre las estructuras de trabajo y las de vivienda, el espacio libre quedaba reservado para la naturaleza salvaje: bosques, ríos ... ; me imagino que a su modo de ver, las familias humanas tenían que poder pasearse por ella los domingos, de todas maneras él quería preservar este espacio, era una especie de ecologista adelantado, para él la humanidad debía reducirse a módulos habitables circunscritos en medio de la naturaleza, pero de ningún modo debían modificarla. Es espantosamente primitivo, si lo pensamos, una regresión aterradora con respecto a cualquier paisaje rural: mezcla sutil, compleja, evolutiva, de prados, campos, bosques, pueblos. Es la visión de un espíritu brutal, autoritario. Le Corbusier nos parecía un espíritu totalitario y brutal, movido por un gusto intenso por la fealdad, pero fue su visión la que ha prevalecido a lo largo de todo el siglo XX. A nosotros nos influyó más bien Charles Fourier... -Sonrió al ver la expresión de sorpresa de su hijo. Han sobrevivido sobre todo las teorías sexuales de Fourier, y es verdad que son bastante burlescas. Es difícil leer a Fourier literalmente, con sus historias de torbellinos, de mujeres faquires y de hadas del ejército del Rin, nos sorprende incluso que tuviera discípulos, que hubiera gente que se tomase en serio, que realmente se propusiera construir un modelo nuevo de sociedad basada en sus libros. Es incomprensible si intentas ver en él a un pensador, porque de su pensamiento no se entiende absolutamente nada, pero en el fondo Fourier no es un pensador sino un gurú, el primero de su especie, y, como a todos los gurús, el éxito le llegó no por la adhesión intelectual a una teoría, sino, al contrario, gracias a la incomprensión general, asociada con un optimismo inalterable, especialmente en lel aspecto sexual, la gente tiene una necesidad increíble de optimismo sexual. Sin embargo, el verdadero tema de Fourier, lo que le interesa en primer lugar no es el sexo, sino la organización de la producción. La gran pregunta que se hace es: ¿por qué trabaja el hombre? ¿Qué hace que ocupe un lugar determinado en la organización social, que acepte atenerse a ella y cumplir su tarea? A esta pregunta los liberales respondían que era pura y simplemente el afán de lucro; nosotros pensábamos que era una respuesta insuficiente. Los marxistas, por su parte, no respondían nada, ni siquiera se interesaban por el tema, y por eso precisamente el comunismo ha fracasado: en cuanto suprimieron el acicate económico la gente dejó de trabajar, saboteaban el trabajo, el absentismo aumentó en proporciones enormes; el comunismo nunca ha sido capaz de garantizar la producción y la distribución de los bienes más elementales. Fourier había conocido el Antiguo Régimen y era consciente de que mucho antes de que apareciese el capitalismo había habido investigaciones científicas, progresos técnicos, y que la gente trabajaba con ahínco, sin que la empujara el afán de lucro, sino algo que a los ojos de un hombre moderno es mucho más vago: el amor a Dios, en el caso de los monjes, o más sencillamente el honor de la función. El padre de Jed enmudeció, advirtió que su hijo le escuchaba ahora con mucha atención.
-Sí... -comentó-, sin duda existe una relación con lo que tú has intentado hacer en tus cuadros. Hay mucho galimatías en Fourier, en su totalidad es casi ilegible; hay quizá, no obstante, algo provechoso que extraer de sus textos. En fin, era lo que pensábamos en nuestra época ...
Se calló, pareció que se volvía a sumir en sus recuerdos. Las borrascas habían amainado y cedido el paso a una noche estrellada, silenciosa; una espesa capa de nieve recubría los tejados.
-Yo era joven ... -dijo al fin, con una especie de incredulidad dulcificada-. Quizá tú no puedas darte cuenta del todo, porque naciste en una familia ya rica. Pero yo era joven, me preparaba para ser arquitecto y estaba en París; todo me parecía posible. Y no era el único, París era alegría entonces, tenías la sensación de que podías reconstruir el mundo. Fue allí donde conocí a tu madre, ella estudiaba en el conservatorio, tocaba el violín. Éramos realmente como un grupo de artistas. Bueno, lo único que hicimos fue escribir cuatro o cinco artículos en una revista de arquitectura, que firmamos entre varios. Eran textos políticos, en gran parte. En ellos defendíamos la idea de que una sociedad compleja, ramificada, con múltiples niveles de organización, como la que proponía Fourier, iba de la mano con una arquitectura compleja, ramificada, múltiple, que dejaba un lugar a la creatividad individual. Atacábamos violentamente a Van der Rohe, que proporcionaba estructuras vacías, modulables, las mismas que servirían de modelo a los open space de las empresas, y sobre todo a Le Corbusier, que construía incansablemente espacios concentracionarios, divididos en unidades idénticas, solamente adecuadas, escribíamos, para una cárcel modelo. Aquellos artículos tuvieron cierta repercusión, creo que Deleuze habló de ellos; pero tuvimos que empezar a trabajar, los demás también, y la vida se volvió enseguida muchos menos divertida. Mi situación económica mejoró bastante rápido. había mucho ttabajo en aquella época. Francia se reconstruía a gran velocidad. Compré la casa de Raincy...
(...)
Se interrumpió observando un cambio de expresión en el rostro de Jed.
-¿Conoces a William Morris?
-No, papá. Pero yo también viví en esa casa y me acuerdo de la biblioteca ... -Suspiró, titubeó-. No comprendo por qué has esperado tantos años para hablarme de todo esto -dijo.
-Porque voy morir pronto, creo -dijo simplemente su padre-. Bueno, no inmediatamente, no pasado mañana, pero no me queda mucho, es evidente ... -Miró a su alrededor, sonrió casi alegremente-. ¿Puedo tomar más coñac?
Jed se lo sirvió en el acto. El padre encendió un cigarrillo, aspiró el humo con delectación.
-Y luego tu madre se quedó embarazada de ti. El final del embarazo fue problemático, hubo que practicarle una cesárea. El médico le comunicó que no podría tener más hijos, y además le quedaron unas cicatrices bastante feas. Fue duro para ella; era una mujer hermosa, ya sabes ...
No éramos desgraciados juntos, no hubo nunca una disputa seria entre nosotros, pero es verdad que yo no hablaba lo suficiente con ella. Está también lo del violín, creo que no debería haber dejado de tocar. Me acuerdo de una noche en la Porre de Bagnolet, en que yo volvía del trabajo en mi Mercedes, eran ya las nueve pero todavía había embotellamientos, no sé lo que provocó aquello, quizá los edificios de los Mercuriales, porque yo trabajaba muy cerca en un proyecto que me parecía sin interés y feo, pero al verme dentro del coche en medio de los carriles de acceso rápido, delante de aquellos edificios inmundos, de repente me dije que no podía continuar. Tenía casi cuarenta años, había triunfado en mi vida profesional, pero no podía continuar. En cuestión de unos minutos decidí crear mi propia empresa para tratar de hacer arquitectura como yo la entendía. Sabía que sería difícil, pero no quería morirme sin al menos haberlo intentado. Contacté con mis condiscípulos más cercanos de Bellas Artes, pero todos estaban instalados en la vida; también ellos habían triunfado y ya no tenían demasiadas ganas de correr riesgos. Entonces me lancé yo solo. Restablecí el contacto con Bernard Lamarche- Vadel, nos habíamos conocido unos años antes, habíamos simpatizado bastante, me presentó a la gente de la figuración libre: Combas, Di Rosa ... ¿Te he hablado ya de William Morris?
-Sí, papá, acabas de hablarme de él hace cinco minutos.
-¿Ah? -Se interrumpió, una expresión desorientada atravesó su rosrro-. Voy probar un Dunhill... -Dio varias caladas-. También está bueno. No comprendo por qué de pronto todo el mundo ha renunciado a fumar. Se calló, saboreó el cigarrillo hasta el final. Jed aguardaba. Muy lejos, en el exterior, un claxon solitario trataba de interpretar: «Ha nacido, el divino niño», equivocaba las notas, reanudaba el intento; después volvió el silencio, no hubo ya más concierto de cláxones. La capa de nieve era ahora espesa, se había estabilizado sobre los tejados de París; había algo definitivo en aquel silencio, se dijo Jed.
-William Morris era cercano a los prerrafaelitas -continuó su padre-, al principio de Gabriel Dante Rossetti, y hacia el final de Burne-Jones. La idea fundamental de los prerrafaelitas es que el arte había empezado a degenerar justo después de la Edad Media, que desde el comienzo del Renacimiento se había despojado de toda espiritualidad, de toda autenticidad, para convertirse en una actividad meramente industrial y comercial, y que los supuestos grandes maestros del Renacimiento, ya fueran Botticelli, Rembrandt o Leonardo da Vinci, se comportaban en realidad pura y simplemente como jefes de empresas comerciales: exactamente igual que Jeff Koons o Damien Hirst hoy, los supuestos grandes maestros del Renacimiento dirigían con una mano de hierro talleres de cincuenta, hasta cien ayudantes que producían en cadena cuadros, esculturas, frescos. Por su parte se contentaban con fijar la directriz general, firmar la obra acabada, y sobre todo se dedicaban a las relaciones públicas con los mecenas del momento, príncipes o papas. Para los prerrafaelitas, así como para William Monis, había que abolir la distinción entre el arte y el artesanado, entre la concepción y la ejecución: cualquier hombre, a su escala, podía ser un productor de belleza, ya fuera pintando un cuadro, confeccionando un vestido o fabricando un mueble, y cualquier hombre asimismo tenía derecho a rodearse de bellos objetos en su vida cotidiana. Unía esta convicción a un activismo socialista que le condujo a comprometerse cada vez más con los movimientos de emancipación del proletariado; quería simplemente poner fin al sistema de producción industrial.
»Lo curioso es que Gropius, cuando fundó la Bauhaus, seguía exactamente esta misma línea, quizá un poco menos política, con más inquietudes espirituales, aunque él también haya sido socialista, en realidad. En la proclamación de la Bauhaus de 1919, declara que quiere superar la oposición entre el arte y el artesanado, proclama el derecho a la belleza para todos: el mismo programa que William Morris. Pero poco a poco, a medida que la Bauhaus se aproxima a la industria, se vuelve cada vez más funcionalista y productivista; Kandinsky y Klee han sido marginados en e! interior del cuerpo docente, y para cuando Goering cerró el instituto, de todos modos ya se había pasado al servicio de la producción capitalista.
"Nosotros, por nuestro lado, no estábamos realmente politizados, pero el pensamiento de William Morris nos ayudó a liberamos de la prohibición de toda forma de ornamentación que Le Corbusier había impuesto. Recuerdo que Combas era bastante reservado al principio; los pintores prerrafaelitas no eran verdaderamente su universo; pero tuvo que reconocer que los motivos de papel pintado dibujados por William Monis eran muy hermosos, y cuando comprendió de verdad de qué se trataba se volvió un absoluto entusiasta. Nada le habría producido más placer que dibujar motivos para tejidos de mobiliario, papeles pintados o frisos exteriores, reproducidos en todo un grupo de edificios. La gente de la figuración libre, de todas formas, estaba bastante sola en aquella época, seguía dominando la corriente minimalista y el graf no existía todavía, o al menos no se hablaba de él. Entonces confeccionaba expedientes para todos los proyectos más o menos interesantes que eran objeto de concurso, y esperamos ...
El padre volvió a callarse, se quedó como suspendido en sus recuerdos, después se replegó sobre sí mismo, pareció empequeñecerse, adelgazar, y Jed tuvo conciencia de la fogosidad, del entusiasmo con que había hablado durante los últimos minutos. Nunca le había oído hablar así desde que era niño, y nunca más, pensó al instante, volvería a arde, acababa de revivir por última vez la esperanza y el fracaso que constituían la historia de su vida. En general, la vida humana es poca cosa, puede resumirse en un número restringido de acontecimientos, y esta vez Jed había comprendido cabalmente la amargura y los años perdidos, el cáncer y el estrés, y también el suicidio de su madre.
-Los funcionalistas ocupaban una posición dominante en todos los jurados ... -terminó su padre, suavemente-. Choqué de cabeza contra una pared; todos chocamos contra una pared. Combas y Di Rosa no cejaron enseguida, me telefonearon durante años para saber si algo se desbloqueaba ... Después, viendo que nada ocurría, se concentraron en su obra pictórica, y yo tuve que acabar aceptando un encargo normal. El primero fue el de Port-Ambares, y luego se acumularon, sobre todo acondicionamientos de centros balnearios. He ordenado mis proyectos dentro de unas cartulinas, están en Raincy, en un armario de mi despacho, podrás ir a verlas ...
Se abstuvo de añadir: «cuando haya muerto», pero Jed había comprendido perfectamente.
-Es tarde -dijo, enderezándose en su asiento.
Jed echó un vistazo a su reloj: las cuatro de la mañana.

(...)

Olvidando a su invitado, Houellebecq siguió leyendo para su coleto, y pasaba las páginas con un regocijo creciente.
Jed aguardó, vaciló, después apuró de un trago su vaso de licor de ciruelas, se aclaró la garganta. Houellebecq levantó la mirada hacia él.
-He venido -dijo- a darle el cuadro, desde luego, pero también porque espero un mensaje de usted.
Houellebecq se levantó, buscó en su biblioreca durante al menos cinco minutos y al final sacó un volumen delgado con la cubierta ajada y amarillenta, amada con almocárabes de motivos modernistas. Volvió a sentarse, pasó con precaución las páginas manchadas y rígidas: era evidente que el tomo no se había abierto en años.
-¿Un mensaje? -La sonrisa del escritor se apagó poco a poco, una tristeza terrosa, mineral, invadió su cara-o La impresión que usted tiene -dijo por fin, con una voz lenta- es de que mi vida se acaba y que estoy decepcionado, ¿no es eso?
-Eh ... , sí, más o menos.
-Pues tiene razón: mi vida se acaba y estoy decepcionado. No ha sucedido nada de lo que esperaba en mi juventud. Ha habido momentos interesantes, pero siempre difíciles, siempre arrancados al límite de mis fuerzas, nunca he recibido algo como un don y ahora estoy harto, sólo quisiera que todo termine sin sufrimientos excesivos, sin una enfermedad anuladora, sin dolencias.
-Habla usted como mi padre ... -dijo suavemente Jed.
Houellebecq se sobresaltó al oír la palabra
padre, como si el otro hubiese pronunciado una obscenidad, y luego le iluminó el rostro una sonrisa hastiada, cortés pero sin calor. Antes de continuar, Jed engulló tres macarrones seguidos, ya continuación un vaso grande de licor-. Mi padre ... -repitió finalmente- me ha hablado de William Morris. Yo quería saber si usted le conoce, lo que piensa de él.
-William Morris ... -Su tono era otra vez descomprometido, objetivo-. Es curioso que su padre le haya hablado de él, casi nadie conoce a William Morris.
-Sí, en los medios de arquitectos y artistas que frecuentaba en su juventud.
(...)
-Escuche -dijo al fin-, esto sitúa un poco su punto de vista. Está sacado de una conferencia que pronunció en Edimburgo en 1889:
"He aquí en síntesis nuestra posición de artistas: somos los últimos tepresentantes del artesanado al que la producción mercantil ha asestado un golpe fatal."
"Hacia el final se adhirió al marxismo, pero al principio era distinto, realmente original. Parte del punto de vista del artista cuando produce una obra, e intenta generalizado en el conjunto del mundo de la producción: industrial y agrícola. Hoy nos cuesta imaginar la riqueza de la reflexión política de aquella época. Chesterton rindió homenaje a William Morris en El regreso de don Quijote. Es una novela curiosa, en la que imagina una revolución basada en el rerorno al artesanado y al cristianismo medieval que se extiende poco a poco por las islas británicas, suplantando a los demás movimientos obreros, socialista y marxista, y que conduce al abandono del sistema de producción industrial en favor de comunidades artesanales y agrarias. Algo absolutamente inverosímil, tratado en una atmósfera de hadas, no muy alejado del Padre Brown. Creo que Chesterton puso en este libro muchas de sus convicciones personales. Pero hay que decir que William Morris, a juzgar por todo lo que se sabe de él, fue una persona extraordinaria.Un leño se derrumbó en la chimenea, proyectando un vuelo de carbonillas.
-Debería haber comprado una pantalla -masculló Houellebecq, antes de mojarse los labios con su vaso de licor.
Jed seguía mirándole, inmóvil y atento, se sentía invadido por una tensión nerviosa extraordinaria, incomprensible. Houellebecq le miró con sorpresa y Jed se dio cuenta del hecho embarazoso de que unos temblores convulsivos le agitaban la mano izquierda.
-Perdone -dijo finalmente, distendiéndose en el acto-. Atravieso un período ... especial-. William Morris no tuvo una vida muy alegre, según los criterios habituales -prosiguió Houellebecq-. Sin embargo, todos los testimonios nos lo muestran contento, optimista y activo. A los veintitrés años conoció a Jane Burden, que tenía dieciocho y trabajaba de modelo para pintores. Se casó con ella dos años más tarde, él también pensó en dedicarse a la pintura pero renunció, no se sentía con suficiente talento; respetaba la pintura por encima de todo. Se hizo construir una casa con arreglo a sus propios planos en Upton, a la orilla del Támesis, y la decoró él mismo para vivir allí con su mujer y sus dos hijas pequeñas. Según todos los que la conocieron, su mujer poseía una gran belleza; pero no era fiel. Tuvo, en particular, una aventura con Dante Gabriel Rossetti, el jefe de fila del movimiento prerrafaelita. William Morris le admiraba mucho como pintor. Al final Rossetti se fue a vivir con ellos y le usurpó por las buenas el lecho conyugal. Entonces Morris emprendió viajes a Islandia, aprendió la lengua del país, empezó a traducir sagas. Regresó al cabo de unos años y se decidió a pedir una explicación; Rossetti se avino a marcharse, pero algo se había roto y ya no hubo nunca una auténtica intimidad carnal en la pareja. Él ya se había comprometido con varios movimientos sociales, pero abandonó la Social Democratic Federation, que le parecía excesivamente moderada, para fundar la Socialist League, que defendía posiciones abiertamente marxistas, y hasta su muerte se dedicó en cuerpo y alma a la causa comunista, multiplicó los artículos de prensa, las conferencias, los mítines ...
Houellebecq se calló, sacudió la cabeza con resignación, pasó suavemente la mano por el lomo de Platón, que gruñó de satisfacción.
-También combatió sin descanso -dijo, con lentitud- la gazmoñería victoriana, militó a favor del amor libre ...
»¿Sabe? -añadió todavía-o Siempre he detestado esa idea repugnante, pero, por otra parte, tan creíble, de que la acción militante, generosa, aparentemente desinteresada, sea una compensación a los problemas de carácter privado...
Jed guardó silencio, esperó al menos un minuto. -¿Cree que era un utopista? -preguntó al cabo-o ¿Un completo irrealista?
-En cierto sentido sí, sin lugar a dudas. Quería suprimir la escuela, pensando que los niños aprenderían mejor en un ambiente de total libertad; quería suprimir las cárceles, pensando que los remordimientos serían un castigo suficiente para el criminal. Es difícil leer todas estas absurdidades sin una mezcla de compasión y de desaliento. Y, sin embargo, sin embargo ... -Houellebecq vaciló, buscó palabras-. Sin embargo, paradójicamente, tuvo cierto éxito en el aspecto práctico. Para poner en práctica sus ideas sobre el retorno a la producción artesanal, creó muy pronto una empresa de decoración y mobiliario: los obreros trabajaban en ella mucho menos que en las fábricas de aquel tiempo, que es verdad que eran más o menos presidios, pero sobre todo trabajaban libremente, cada uno era responsable de su tarea de cabo a rabo, el principio esencial de Morris era que la concepción y la ejecución nunca debían separarse, no más de lo que lo estaban en la Edad Media. Según todos los testimonios, las condiciones dc trabajo eran idílicas: talleres luminosos, aireados, a la orilla de un río. Todos los beneficios se repartían entre los trabajadores, salvo una pequeña parte que servía para financiar la propaganda socialista. Pues bien, contra todo pronóstico, el éxito fue inmediato, incluido en el sector lomercial. Después de la carpintería se interesaron por la Joyería, la talabartería, luego las vidrieras, los tejidos, las tapicerías de muebles, siempre con el mismo éxito: la sociedad Morris & Co. generó ganancias constantemente, desde el principio hasta el fin de su existencia. Lo cual no lo ha conseguido ninguna de las cooperativas obreras que se multiplicaron a lo largo del siglo XIX; ya fueran los falansterios de Fourier o la comunidad icariana de Cabet, ninguna consiguió organizar una producción eficaz de bienes y mercancías, exceptuando a la sociedad fundada por William Morris sólo se puede hablar de un sucesión de fracasos. Sin hablar siquiera de las posteriores sociedades comunistas ...
Enmudeció de nuevo. La luz empezaba a menguar en la sala. Houellebecq se levantó, encendió una lámpara de pa malla, echó un leño al fuego antes de volver a sentarse. Jed le seguía mirando con atención, perfectamente silencioso, con las manos posadas en las rodillas.
-No lo sé -dijo Houellebecq-, soy demasiado viejo, ya no tengo ganas ni costumbre de sacar conclusiones, o sólo de cosas muy simples. Existen retratos de él, ¿sabe?, dibujados por Burne-Jones: probando una nueva mezcla de tintes vegetales, o leyendo a sus hijas. Un tipo achaparrado, de pelo espeso y revuelto, con la cara colorada y viva, gafitas y una barba enmarañada, en todos los dibujos da una impresión de hiperactividad permanente, de una buena voluntad y un candor inagotables. Lo que sin duda se puede decir es que el modelo de sociedad propuesto por William Morris no tendría nada de utópico en un mundo en el que todos los hombres sa parecieran a William Morris. 
(...)


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