martes, 1 de febrero de 2011

La memoria histórica: o qué hacer con nuestros muertos.

Mentiras Principales.50.- MEMORIA HISTÓRICA       
       Es ésta una de las mentiras que más duelen: no es ya aquello de los señores de antaño que se apoderaban de la tradición (que, cuando no es historia escrita, no es de nadie) y la invocaban para servicio de sus intereses: es que ya hasta la gente de más izquierda, y los anarcos mismos, con motivo de nuestra guerra civil o cualquier otro, apelan  a la memoria histórica y se afanan en sacar a luz documentos y testimonios: ¿no se han enterado todavía de que esos dos términos, ‘historia’ y ‘memoria’, se contradicen entre sí en combate a muerte?, ¿no han oído que hay dos memorias, una memoria viva, que no sabe de fechas ni de tiempo, que le asalta a uno cuando menos lo piensa ni lo quiere y lo deslíe acaso en lágrimas o en un deliquio amoroso que no sabe de dónde ni por qué le vienen, y una memoria sabida y contada y necesariamente escrita, la de la Historia, donde la memoria viva queda muerta y sepulta en los registros y calendarios? Son como ésos que, repasando con toda fe el álbum de fotos familiares o los videos de las pasadas vacaciones, van así matando las posibilidades de que algo sensitivo y revolvedor resucite en ellos, contra ellos.
   Y me dirán hasta los amigos “Y entonces ¿qué?: ¿dejar que se pudran en sus tumbas o fosas comunes los que cayeron luchando contra el Poder y la Justicia?, ¿que se vayan borrando hasta el olvido los nombres de aquellos que supieron en su día declarar, aun a costa de sus puestos o cabezas, la verdad de las mentiras imperantes? ¿Qué debemos entonces hacer con ellos?” Muy sencillo, amigos: con ésos lo que hay que hacer es comérselos; comérnoslos y, si se nos da la gracia, digerirlos buenamente, a ver si de su memoria viva se cría entre nosotros algo de veneno y fuerza para seguir haciendo lo mismo los días que nos toquen.
   Nada muere del todo nunca (eso de la muerte y el todo son puros ideales del Poder) y por acá lo que nos toca es dejar que los muertos sigan vivos, y no colaborar con el Poder en su labor de convertir las vidas en futuros o en Historia, que es lo mismo.
Agustín García Calvo- Publicado en Noviembre de 2010



Dos de nuestros muertos más exquisitamente venenosos...


"Sentado sobre los muertos" (1971)
Romance de Miguel Hernández (fragmentos)
Música: Enrique Morente

Que mi voz suba a los montes
que baje a la tierra y truene
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacío de un vientre
desdichao y con pobreza
no fue si no para hacerme
ruiseñor de las desdichas
y eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme deben
cuanto a penas y cuanto pobres,
cuanto a tierra se refiere.

Aunque te falten las armas
pueblo de cien mil poderes
no desfallezcan tus huesos
castiga a quien te malhiere
mientras te queden puños,
uñas, saliva y te queden
corazón, entrañas y tripas
cosas de varón y dientes.

Asesina al que asesina
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.

Y en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre
varios tragos en la vida
y un solo trago la muerte.



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