miércoles, 29 de diciembre de 2010

ESPECIAL FLAMENCO 2000-2010, UNA DÉCADA DE ARTE PARA LA HUMANIDAD.

ESPECIAL. FLAMENCO 2000-2010, UNA DÉCADA DE ARTE PARA LA HUMANIDAD.

La primera década del siglo XXI concluye. Y es tiempo de hacer balance... flamenco. El género ha vivido diez años intensos, en los que ha visto nacer a artistas, despedir a leyendas, crear nuevas tendencias, enterrar estilos caducos, consolidar formatos escénicos, trazar circuitos, aflorar (y desaparecer) sellos discográficos, padecer y afrontar la crisis de la industria discográfica, consolidarse el modelo de macrofestival, crecer y crecer en el mundo, subirse al tren de Internet… y, al final, saberse declarado Patrimonio de la Humanidad...
1. CANTAORES
La década 2000-2010 comenzó con múltiples alumbramientos. Sobre todo, de cantaores. Una nueva generación irrumpía blandiendo un neoclasicismo que contestaba la uniforme tendencia ‘camaroniana’. Estrella Morente, Arcángel, Miguel Poveda y Marina Heredia demostraron que eran posibles otros modos, otros referentes, otros timbres, siempre mirando atrás. A lo largo de los años, los discos y los festivales, fueron consolidando sus posiciones, cada uno con su discurso, unos fieles a lo flamenco, otros abiertos a encuentros foráneos. David Lagos, David Palomar, Miguel Ortega, Londro… dieron también el paso adelante, tras años en el atrás de las compañías de baile, con propuestas discográficas propias.
 Y, poco a poco, también se vieron como referentes de quienes venían detrás, una nueva hornada de vocalistas nacidos a lo largo de la década de los ochenta, que hoy comienzan a hacerse nombre propio, entre ellos, Jesús Méndez, Argentina, Jesús Corbacho, Encarna Anillo y Rosario la Tremendita. Y, sobre todos, ya en clave de éxito, Pitingo, fundador de un subgénero mixto, la ‘soulería’, que llena teatros y entra en las listas de ventas.
La fórmula de los encuentros se demostró exitosa. Y fue el cantaor madrileño Diego el Cigala quien lo confirmó con ‘Lágrimas negras’, un disco de boleros tradicionales cantados con quejío y acompañados al piano por el venerable Bebo Valdés. Aunque no con esa amplitud y concreción, ya el ‘crossover’ mixto se instaló en la producción discográfica del flamenco desde los 90 y durante la siguiente década no ha hecho sino asentarse como fórmula, muy popular en casos como el de José Mercé, que combina lo flamenco, con lo pop y lo latino. La rama árabe la siguió explorando el maestro Lebrijano junto a Faiçal, aunque también sorprendió con el literario ‘Cuando Lebrijano canta se moja el agua’, basado en textos de ‘Gabo’ y compuesto por Dorantes.
La única propuesta experimental de la década ha sido la de Enrique Morente, con una prolífica labor en directo y en estudio basada en la exploración y “deconstrucción” del cante clásico y la poesía, acercándolo a sonidos contemporáneos como los de la electrónica o el noise. Mientras celebraba la década de ‘Omega’ en 2006, disco de culto que se retomó en directo con motivo de la efeméride, vieron la luz ‘El pequeño reloj’, ‘Morente sueña La Alhambra’, ‘Pablo de Málaga’ y dos recopilatorios de directos inéditos. Justo antes de terminarse la década, el año y este texto, Enrique Morente engrosó inesperadamente la lista de las despedidas...
  

2.GUITARRISTAS
La guitarra siguió liderada por Paco de Lucía, que en 2004 volvió a dictar sentencia con ‘Cositas buenas’. Músicos de su escuela y de la de Manolo Sanlúcar, que justo en 2000 abrió una nueva vía musical para la guitarra en ‘Locura de brisa y trino’, asentaron personales propuestas como las de Vicente Amigo, Cañizares, Gerardo Núñez, Juan Carlos Romero, José Antonio Rodríguez, Pedro Sierra, Chicuelo… Y a ellos se sumaba Tomatito tras dar el salto definitivo de acompañamiento al cante (de Camarón) a guitarra de concierto, abierta en la década a colaboraciones externas como la que protagonizó junto al pianista Michel Camilo y a la Orquesta Nacional de España, alumbrando los discos ‘Spain’ (2000) y ‘Sonanta suite’ (2010), respectivamente.
 La mayoría de los jóvenes guitarristas se decantaron por seguir su línea, aunque, poco a poco, se fueron perfilando otras propuestas derivadas de la suya y de otras escuelas. De la jerezana, salieron “personalidades” como las de Juan Diego, Alfredo Lagos, José Quevedo, Santiago Lara, Javier Patino y Diego del Morao. De Cañorroto, El Viejín, Jerónimo, David Cerreduela, Ramón Jiménez… Niño Josele se acerca al jazz. Juan Antonio Suárez ‘Cano’ y Jesús Torres desarrollan sendos discursos propios derivados de la composición para baile. José Manuel León escudriña las claves algecireñas con miras vanguardistas. Etcétera.
  

3.BAILAORES
El baile en la década ha sufrido una verdadera eclosión de propuestas, estilos, formatos, formas y nombres. Las compañías de la década, por volumen, espectáculos, repercusión y solidez, han sido las de Joaquín Cortés, Antonio Canales, Sara Baras, Eva Yerbabuena y María Pagés. Por supuesto, cada uno con su respectivo discurso. Joaquín Grilo, Javier Barón, Manuela Carrasco… son algunos más de los grandes nombres del periodo, aunque sus propuestas han sido más individualistas.
Ellos venían de cimentar sus posiciones en los años 90 y mientras las consolidaban, fueron viniendo nuevos nombres. Farruquito, bendecido en el celuloide por su abuelo, demostró ser uno de los más aclamados con montajes como ‘Alma vieja’ y ‘Puro’. Pausada su carrera por problemas personales, fue su hermano Farruco quien tomó el testigo, y hasta se ve ya despuntar al más chico de la saga, El Carpeta. En esa estela de virtuosismo, fuerza y raíz, despuntaron también Juan de Juan, apadrinado por Antonio Canales, y otros bailaores de su órbita.
Los menos tomaron el camino de la vanguardia. Israel Galván pasó de ver cómo el público se iba de sus espectáculos, a convertirse en icono de la modernidad para público, prensa y programadores centroeuropeos. Dirigido por el creador contemporáneo Pedro G. Romero, empezó la década con ‘La metamorfosis’ de Kafka y la terminó con el Apocalipsis bíblico, quedándose antes ‘Solo’ y versus Los 3.000. Andrés Marín, por su lado, fue defendiendo su discurso minimalista, austero y rectilíneo, con aliados como el sonador de campanas Llorenç Barber o la artista contemporánea Pilar Albarracín.
Con intenciones de ir más allá, pero con un pie puesto siempre en la formas clásicas, se encuadran bailaoras jóvenes como Rocío Molina -que cierra brillantemente la década con el Premio Nacional de Danza 2010 en la modalidad de interpretación-, Pastora Galván, Concha Jareño, Olga Pericet y Fuensanta la Moneta, todas ellas con diferentes propuestas en circulación por los festivales del género. Las preceden Belén Maya, Rafaela Carrasco e Isabel Bayón, quienes depuraron en estos años sus respectivos lenguajes, que tan bien alimentados venían de la cantera que fue la Compañía Andaluza de Danza. Más centradas en el canon, fueron abriéndose paso Mercedes Ruiz, Adela Campallo, María José Franco y María del Mar Moreno. Lo mismo que Ángel Muñoz, Andrés Peña, Juan Ogalla, El Junco… en el apartado masculino.
Y, al tiempo, va fraguándose una tendencia interdisciplinar, que conecta el baile flamenco con la danza clásica española, la escuela bolera y el contemporáneo. Rubén Olmo es uno los bailarines-bailaores que nutren esta tendencia, plasmada en su obra ‘Tranquilo alboroto’. El estandarte de esa línea es Dospormedio & Compañía, dirigida por Rafael Estévez y Nani Paños. Juntos, además, trabajan en un proyecto basado en la improvisación con los sonidos electrónicos de Artomatico.


3.MÚSICOS y GRUPOS
La música instrumental y la nómina de grupos también sufrieron cambios a lo largo de la década. En el año 2000 vio la luz ‘El concierto de Sevilla’, que sellaba una influyente alianza musical entre Jorge Pardo, Carles Benavent y Tino di Geraldo, los dos primeros integrantes del sexteto de Paco de Lucía, y popes del flamenco jazz, y el tercero un percusionista proveniente del rock que selló modos de tratar el ritmo del flamenco desde su intervención en ‘Tauromagia’ de Manolo Sanlúcar. La estela del jazz flamenco se ha engrandecido a lo largo de estos años, llegándose a convertir en seña de identidad de los jazzistas españoles en general, entre ellos, Perico Sambeat y Raynald Colom.

Padre de esa línea también fue Chano Domínguez, que siguió proponiendo muy diferentes proyectos a lo largo de la década como el muy sonado ‘Oye cómo viene’, ‘New Flamenco Sound’ y el recientísimo ‘Piano Ibérico’. Dorantes, Diego Amador y Pedro Ricardo Miño promulgaron propuestas propias enraizadas en lo flamenco, pero abiertas a otras lindes. La toma de conciencia de la etiqueta internacional “world music” provocó la aparición de diálogos como el ‘Yerbagüena’ de Pepe Habichuela y la Bollywood Strings Band en 2001. Son de la Frontera, desde Morón, ligó el legado guitarrístico de Diego del Gastor con el tres cubano. Del atrás del baile, surgieron también grupos instrumentales como Echegaray que, derivado del grupo de Joaquín Cortés, grabó en 2003; y Ultra High Flamenco, guitarrista, violinista, contrabajista y percusionista que, tras componer y acompañar a diversos artistas, se juntaron a departir.
En cuanto a la rama pop, se vivió en la década la última etapa de Ketama, mientras se mantenían otras bandas como La Barbería del Sur y Maíta vende cá, y triunfaba Niña Pastori con su fórmula de pop flamenco que tan hondo caló en el público joven. Influidos por el flamenco rock de Pata Negra y Veneno, y hasta por el rollo progresivo de Smash y Triana, nacieron grupos como Los Delinqüentes y ElBicho. Desde Barcelona, y en plan colectivo, implosionaron a principios de la década los Ojos de Brujo, con una mezcla de flamenco, rumba, hip hop y electrónica que se plasmó en exitosos trabajos y giras como ‘Barí’. Desde la costa malagueña, triunfaron acuñando el “flamenco chill” los Chambao, con discos tan sonados como ‘Endorfinas en la mente’. Dos bailaoras cambiaron los tacones por la voz. Ana Salazar se hizo cantante para aflamencar a Edith Piaf, y La Shica modernizó coplas y lanzó nuevas canciones con tinte rapero. Y sin etiquetas, desde Jerez, dos personales artistas fueron salpicando la década de nuevas y únicas formas de ser jondo y transgredir: Tomasito, con álbumes como ‘Cositas de la realidad’ (2002); y Diego Carrasco con ‘Inquilino del mundo’ (2000).
  

Las despedidas
A los nacimientos y confirmaciones, por desgracia, hubo que ir sumando despedidas. Entre 2000 y 2010 se fueron maestros del cante de la talla de Sordera, Naranjito de Triana, La Paquera, Chocolate, Fernanda y Bernarda de Utrera, Gaspar de Utrera, Chano Lobato... Por sorpresa, una enfermedad grave se llevó a Fernando Terremoto, en plenitud de su carrera y cuando acababa de terminar el mejor de sus discos, ‘Terremoto’, con el que pretendía dar un giro de libertad a su carrera. El baile perdió, entre tanto, a maestros legendarios como Antonio Gades, Manuela Vargas y Mario Maya. Aunque sus artes no eran ni el cante ni el baile ni el toque, el flamenco también tuvo que lamentar la muerte del percusionista José Antonio Galicia en 2003, la del letrista y escritor Carlos Lencero en 2006, y a final de 2010, la muerte de Mario Pacheco, fundador del sello Nuevos Medios y padre del ‘nuevo flamenco’. Y hoy aún no hemos digerido la inesperada muerte de Enrique Morente el pasado lunes 13 de diciembre de 2010, quien deja al flamenco futuro sin brújula.

Silvia Calado/ Flamenco-world.com, diciembre de 2010

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